JORGE MONTEALEGRE: Poeta NN con identidad
-Háblanos de aquella Generación N.N., a la cual tú perteneces, y que bautizaste con ese nombre.
-Yo le llamé Generación N.N. al grupo de poetas que empezamos a escribir o a publicar después del golpe militar, contra la dictadura. Entre nosotros hay cierta identidad generacional, marcada por un compromiso antifascista. También, por la precariedad vivida en esos días (precariedad material, censura, desamparo). Muchos de quienes pertenecemos a esta Generación, empezamos a escribir siendo presos políticos muy jóvenes. Hay muchos ejemplos: Aristóteles España estuvo en la Isla Dawson; Heddy Navarro en Villa Grimaldi; Bruno Serrano en el Estadio Nacional. En fin: Clemente Riedemann, Elvira Hernández, Roberto Bolaño, Raúl Zurita. Tantos. Si hiciéramos un listado de los poetas jóvenes de los 80, encontraríamos que en muchos de ellos está la experiencia de haber sufrido la dictadura con experiencias límites. Es como un secreto: incluso yo mismo siento pudor al decir sus nombres, porque no es algo que necesariamente sea reivindicable; simplemente doy un dato de la realidad, no quiero decir que seamos mejores ni peores por haber estado presos. Es parte de la memoria de esta biografía colectiva.
-¿Qué edades abarca esta Generación?
-Sé que la palabra generación es equívoca, pero –en fin- ya la usé al rotular a mi hornada como “NN”. Es difícil hacer un elenco de ella porque justamente en su nombre “NN” está la no especificidad de quienes la integran. Se podrían dar nombres que uno los podría ubicar en ese contexto, pero justamente lo N.N. significa los sin nombre: Non Nomine, una generación destinada a desaparecer, a morir metafóricamente en la vía pública, gente que en muchos casos optó por el anonimato, que publicaba sus cosas en pequeñas revistas con seudónimos que iban cambiando, o sin firmar, más por razones de seguridad que por modestia. Lo del anonimato y lo clandestino está muy impreso en esta Generación conformada en un inicio, a mi entender, por gente muy joven, adolescentes, y gente mayor, que a raíz del impacto de este Golpe, escribieron. Algunos después dejaron de escribir, entonces no es una generación necesariamente de coetáneos, sino de personas que compartimos una historia.
-A muchos poetas de esta Generación N.N. ya se les ha ido reconociendo y sus nombres gravitan en el medio literario...
-Lo N.N. al final, y es lo poético que tiene, es una doble negación: No No, Nunca Nunca, Nadie Nadie. Esta Generación que estaba condenada a desaparecer, afortunadamente, dejó o está dejando algún registro que le dio continuidad a la poesía chilena. Nos tocó cuidar el fuego. Y no se apagó totalmente. No quiero calificar la calidad literaria de esta continuidad: el tiempo dirá. Hay una obra, heterogénea, que a mi juicio ha sido poco analizada. Como a los NN desaparecidos, alguien desenterrará nuestros poemas y para que hablen por su época. Hasta ahora, a mi juicio, lo escrito por los poetas de los ochenta ha sido poco analizado. Nuestra generación prácticamente no tuvo una crítica propia. Esta fue una generación más autodidacta que académica, más política que bohemia, más clandestina que exhibicionista. Utopistas oscuros, pero irónicos.
-¿Cuáles son los rasgos poéticos y humanos que tú rescatas de esa Generación?
-Respecto de los "rasgos humanos", diría que a pesar de haber vivido el momento de mayor promoción del individualismo y la competencia, vivimos un clima de solidaridad y complicidad notable. De hecho tuvimos organizaciones que llamábamos "colectivos" (como el Colectivo de Escritores Jóvenes), revistas (como La Castaña donde el grupo literario Tragaluz se asoció con un grupo de diseñadores gráficos) y talleres que respondían a esfuerzos grupales (pienso en el Taller Urbano y su revista Contramuro). Sin embargo, compartiendo la misma realidad también estaban los excluidos o automarginados, que sufrieron la soledad y la incomprensión, como Rodrigo Lira, cuyo suicidio nos marcó a todos.
En cuanto a lo literario en un principio me llamó mucho la atención la preponderancia que tuvo la poesía breve, el gesto epigramático irónico, que tenía mucho que ver con eludir la censura: Estos poemas eran ambiguos y un poco humorísticos, con influencia en muchos casos de Nicanor Parra y Ernesto Cardenal. Entre otras formas de eludir la censura estuvo la inclusión de hablantes o temas aparentemente extemporáneos; también la irrupción literaria de una reivindicación étnica plural de nuevo tipo. Importante, también con gran diversidad, es la presencia de la poesía escrita por mujeres y de una crítica propia, con conciencia de género, que se preocupara de ese fenómeno. En fin, hubo también pruebas experimentales, como las de Rodrigo Lira, que era capaz de sacarle quejidos a una letra-set, o de Raúl Zurita, en donde al lenguaje, de alguna manera, se le fragmenta y se le tortura.
-¿Se relacionaron con poetas de la Generación del los 60 y con los posteriores a la N.N.?
-Uno de los temas que tocamos en los 80, fue que con el golpe de Estado se había roto la continuidad de la poesía chilena, y esa ruptura la atribuíamos, principalmente, al exilio de los poetas anteriores a la generación nuestra, a la llamada Generación Diezmada. Así justificamos nuestra orfandad, a pesar de que no fue tan cierto porque -al menos en lo que a mí respecta- hubo poetas de esa generación con los que sentí la fraternidad de los hermanos mayores, pienso en Floridor Pérez y Gonzalo Millán; por ejemplo, también en Manuel Silva Acevedo y Hernán Miranda. Por ello en algún momento nos prometimos no dejar que este corte se diera con las generaciones posteriores, sin embargo, en mi caso personal, tal vez por mis propios hábitos personales, me he visto desvinculado de los poetas jóvenes que tienen su propia dinámica. Ahora, para mí que ya soy abuelo, los "poetas jóvenes" son los de 30, los de 20, los de 15; así que no tengo una visión global crítica de lo que se está escribiendo actualmente. En la medida que he podido los he seguido, como jurado en diversos concursos, a cargo de algún taller, y especialmente al hacer antologías y muestras (como "Wurlitzer" o "El tren en la poesía chilena") y busco el placer que brinda la buena poesía. A veces he tenido suerte, otras he quedado "out". Me interesan, en todo caso, las relaciones de fraternidad más que de competencia entre los poetas.
-¿Reconoces a algunos maestros?
-Siempre me he sentido parte de la familia de los poetas chilenos y también como un poeta que empieza, como un alumno, un discípulo que tiene gratitud hacia los poetas anteriores y me siento parte por lo menos de una rama de la poesía chilena. Siento un parentesco claro, por ejemplo, con Armando Uribe, con Nicanor Parra, con Gonzalo Millán, con Floridor Pérez, con ellos tengo una familiaridad, de alguna manera somos parientes; hermanos mayores. En Francia, estando exiliado, conocí a Armando Uribe, quien me brindó gran solidaridad humana y su generosidad. Me enseñó a respetar la palabra, la poesía, el oficio. La estética desde la estética. En fin, yo era un joven que escribía sin conciencia literaria. Armando Uribe fue extremadamente bondadoso conmigo en esos días, y le tengo un cariño y una gratitud inmensa.
-Tu quehacer también está relacionado con el comic ¿poesía y comic son dos mundos diferentes?
-En el cómic puede estar la poesía, y las imágenes son parte de la poesía. Poesía y cómic pueden alcanzar un rango artístico verdadero. Yo llegué al comic y al humor gráfico a través de la poesía, cuando hacíamos la revista La Castaña, que era de humor, gráfica y poesía. De repente me vi escribiendo guiones de historietas, principalmente de humor y política, y me profesionalicé, y se me hizo un camino muy natural. Como escritor usé mis habilidades para hacer guiones; como lector, especialmente de crónicas e historia, me convertí en un investigador de la historia del humor gráfico. Y en eso estoy: escribo una historia que abarca desde los "condoritos" del arte rupestre, hasta el cómic actual. Gracias a eso tengo una visión de la historia de Chile, yo diría atípica, una historia informal de Chile que trato de compartir con mis alumnos. El comic se puede hermanar con la literatura. Hay viñetas de humor gráfico que tienen una gran carga poética; e historietas que son verdadera narrativa dibujada. Tenemos muy buenos dibujantes pero no siempre son buenos guionistas, podrían perfectamente asociarse con los escritores para potenciar los talentos. En la historia nuestra no es tan extraña esta asociación, Enrique Lihn, por ejemplo, dejó un comic inconcluso, Alejandro Jodorowky es uno de los guionistas más importantes de Europa hoy día; el mismo Nicanor Parra, con su monito (el Hablante Lírico o Inocencio Conchalí) está en ese código; Rodrigo Lira y Carlos Olivárez escribieron largas historietas para revistas de Quimantú durante el gobierno de la Unidad Popular. No es tan extraño, hay muchos ejemplos.
-¿Cómo se da la relación entre el poeta Jorge Montealegre y su compañera, la escritora Pía Barros?
-No "se da": la hemos construido. Para los efectos cotidianos somos una pareja común y corriente, muy unida y cariñosa. Muy independientes también. Nos tenemos mucho respeto, sin solemnidad y con mucho sentido del humor. Para ella por supuesto yo no soy "el poeta Jorge Montealegre" y para mí ella no es la narradora Pía Barros… a pesar de que nos opinamos mutuamente nuestros trabajos. Los prestigios formales o la eventual y precaria "fama" circunstancial son hechos externos, mediáticos, marcados por los estereotipos. No tiene nada que ver con nuestra relación familiar. Nos reímos mucho y nuestras conversaciones no son -como podría imaginarse alguien- diálogos lateros entre dos escritores.
-¿Qué consideras más importante en tu proceso creativo?
-Diría que soy un escritor de la experiencia más que un escritor libresco. Casi todo lo que escribo tiene que ver con lo que a mí me ha pasado, con mi historia, con mis recuerdos, con mi vida cotidiana. No hago proyectos de libros de poemas, se van acumulando solitos en la medida que dialogo conmigo, juego y me descubro. Otra fuente importante son los medios de comunicación de masas, las cosas sencillas que me rodean. Es más importante en mi poesía la presencia del cine, el comic, la música, que la literatura como referencias culturales. Yo escribo en cualquier parte, principalmente en la micro. Soy un poeta bien común.
-¿Cuáles son tus próximos proyectos literarios?
-En poesía tengo un libro escrito hace mucho tiempo, que se llama Ecran. Es un solo poema bastante diferente a mis otros libros y tiene como referencia la imagen de Buster Keaton, un actor cómico contemporáneo de Chaplín, cuya característica principal era su cara de palo: un cómico que nunca se reía. Además tengo varios libros inconclusos. Además de la Historia del Humor Gráfico, estoy haciendo un ensayo autobiográfico, justamente sobre la Generación N.N. En la misma onda, escribo un testimonio sobre el Estadio Nacional. También escribo un libro sobre José Miguel Carrera, rescatándolo como comunicador; así que tengo harto trabajo y poco tiempo… y termino bien cansado en el día. Pero estoy contento, en realidad me quejo poco... ya me quejé mucho. y la memoria no sirve si no nos ayuda a construir el futuro.
-Actualmente estás a cargo de un Departamento de Cultura del Ministerio de Educación en la Región Metropolitana… ¿qué has hecho por la poesía y los poetas?
-En el año de gestión (y de "ubicación" en la administración pública) ya podemos mostrar algunas iniciativas vinculadas con la poesía que me llenan de satisfacción por haber participado, con otra gente, en ellas: la publicación de un casete con "Poesía para ver la pintura de Matta", una serie de poemas en la voz de sus autores -nueve importantes poetas chilenos- que escribieron y leyeron sus poemas especialmente para transmitir a quien no puede ver, a los ciegos, la sensación de ver una pintura de Roberto Matta. Estos casetes se distribuirán en las escuelas de niños ciegos y entre no videntes adultos, especialmente de CIDEVI. Otra experiencia muy buena fue el concurso "Poesía 2000", que hicimos con el Preuniversitario Nacional, donde participaron cerca de mil estudiantes de enseñanza media. Se publicó un libro y se hizo un taller para los ganadores. En esta iniciativa tuvo gran importancia la participación de Floridor Pérez. Ahora, haremos una Bienal de Poesía para Profesores y luego convocaremos a un Concurso Juvenil de Literatura Fantástica por Internet. No es poco, entre otras actividades artísticas y culturales para la gigantesca región metropolitana donde, a veces, cada cosa que haces parece una gota en el océano.
JORGE MONTEALEGRE ITURRA (Santiago, 1954), ha publicado: Huiros (1979); Lógica en zoo (1981); Astillas (1982); Exilios (junto a Bruno Serrano, 1983); Título de dominio (1986) y Bien Común (1995) con el que obtuvo el Premio Municipal de Poesía, Santiago, 1996.
Además de poeta, se ha destacado como investigador del humor gráfico; redactor de la revista Topaze y libretista de TV. Obtuvo una beca de la Fundación Guggenheim, 1989, para escribir una Historia del Humor Gráfico de Chile. Además, Jorge Montealegre ha desarrollado una importante labor como difusor cultural, organizando diversas exposiciones (entre ellas: “Coré, el tesoro que creíamos perdido”), y libros sobre gráfica (“Von Pilsener, primer personaje de la historieta chilena"), la nueva canción Chilena ("Rostros y rastros de un canto", con fotografías de Antonio Larrea) y antologías de poesía chilena (“Wurlitzer” y otra).
Ha obtenido reconocimientos y premios en certámenes literarios y parte de su obra poética ha sido incluida en diversas antologías y revistas.
* Publicada en Revista Rayentru Nº20 - verano del 2001
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