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  José Seves
 

JOSÉ SEVES, más sol para la trova latinoamericana
por Patricio Anabalón
 
José Seves (1948), integrante del grupo Inti-Illimani, desde 1971 hasta 1998.

 
-Usted vivió en Italia, por muchos años, y tuvo la oportunidad de visitar otros países. Cuéntenos como fue su experiencia en tierras extranjeras y cómo ha influido en su obra.
-Fueron 16 años de exilio, positivos desde el punto de vista comparativo entre culturas. A nivel musical pude apreciar que afuera también existe el gran mundo de la música, que sobrevive por debajo en un modo más básico, y que está más apegado a la gente y aquél medio comercial.
Además, tuve la posibilidad de conocer diversos movimientos culturales, por ejemplo: Estados Unidos como una nación de muchas combinaciones étnicas, de diferentes períodos, debido a diferentes inmigraciones. Esta fusión crea una diversidad maravillosa de género y estilos, que me permitió advertir que todas ellas van al mismo centro, que es el hombre, la reflexión, el camino espiritual, la lucha entre la vida y la muerte... sobretodo en Italia, país donde aún golpea la guerra. Todo esto es un tesoro que lógicamente uno puede tomar y trabajarlo en la propia profesión.
 
-Con respecto a tu permanencia en Italia, tu último disco HATA (Cantos de Aldea) -tributo a los cantautores del pueblo italiano-, está dedicado a Fabrizzio de André, cantautor y poeta fallecido en enero de 1999 ¿Qué nos puede decir de él?
-Fabrizzio de André está reconocido como el cantautor más importante del movimiento que se fortalece en la década del 60; su trabajo era particularmente agudo. En los años ideológicos -antes de la caída del muro- Fabrizzio de André y otros cantautores usaban un tipo de canción con una fórmula muy simple de acompañamiento, donde las historias, generalmente largas, eran lo importante.
 Desde que nosotros llegamos en 1973 -con el grupo Inti-Illimani-, percibimos la repercusión y la acogida que tenía su obra. Estuvo discriminado por muchos años por los medios, sin embargo, su trabajo tenía una gran conexión con el pueblo italiano.
 Como dije anteriormente, en sus canciones contaba historias de las más diversas, pero todas con mucha reflexión sobre la sociedad italiana, lo cual se refleja muy bien en la canción "Médico, Médico", cantada originalmente en dialecto genovés. Particularmente, sus últimos trabajos me impresionaron bastante.
 
-En las adaptaciones de "Todo es posible", "Anna vendrá" y "Azul", se encuentra latente el tema de la soledad. Sin duda el exilio supone soledad -física y/o espiritual-, ya asentado en nuestra patria ¿continúa en usted latente este estado del alma?
-Vivir o ver que alguien vive la soledad, es bastante fuerte... Recuerdo una canción de Silvio Rodríguez que dice: "que no haya soledad". La soledad es un buscarse y encontrarse uno mismo, de manera de poder expresar algo muy genuino y propio. Yo he hecho un trabajo más grueso en la parte musical como intérprete y siempre me ha gustado apropiarme de historias que me gustan y que se puedan teatralizar cantando, este es el caso de las canciones que tú mencionas. Con respecto al tema de la soledad, esta situación se percibe claramente en "Azul", donde hay una evocación tremenda de la niñez, por ejemplo.
 
-¿Qué expectativas tenía de su regreso a la patria?
-Fuimos militantes comunistas, pero más allá de eso, y revisando la propia historia, yo creo que una de las cosas que fueron un sostén para mí, y lo es todavía -y creo que lo seguirá siendo-, es el tener presente y seguir ayudando a que esa corriente humanista de la cual creo ser parte, para siga con mayor presencia en nuestro país... El reencuentro para mí era volver a encontrar eso y esto tiene que ver, por un lado, con situaciones familiares, por mi abuelo, por mi familia misma, que estaban en esta corriente junto a Pedro Aguirre Cerda, Balmaceda, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, etc.; todas esas cosas que a uno lo iban haciendo más fuerte y que tenían que ver con valores, los cuales desgraciadamente la dictadura no sólo termina o trunca, sino que genera un retroceso en lo que esta corriente traía. Llegué con muchas ganas de unirme a eso y bajar o poner sobre la tierra una experiencia, que por la ausencia, como grupo Inti-Ilimani, mucha gente lo veía con ciertos elementos de mito. Una de las cosas que me interesa es volver a poner el eslabón donde tenía que estar, desde el punto de vista de recuperar una continuidad en la cual también lo que yo he hecho recobra sentido, en cierta medida preguntarme: ¿de qué me ha servido todo lo que viajé? Además, con Inti-Illimani nos sentíamos símbolos de nuestra patria, representantes de la cultura chilena... lo cual hacíamos con mucho orgullo.
 Cuando se produce el movimiento de solidaridad con Chile, la gente se entera de muchas cosas, se comienza a revisar la historia y se produce un interés muy grande por conocer a nuestro país, y por lo tanto en esta situación, de sentirme representando a más gente, era correspondido por esta misma gente, lo cual fue muy significativo.
 
-¿Qué opinión tiene del Chile actual, desde el punto de vista cultural?
-Creo estarlo conociendo y midiendo, porque a propósito de este gran recibimiento que se hizo al Inti en 1989, te empiezas a dar cuenta de una situación bastante contradictoria y que te hace dudar de si existe o no una cultura chilena -popular-, porque es tan agobiante la uniformidad con que transmiten los medios de comunicación y lo estrecho que se tornan las posibilidades de mayor diversidad, que no dejan ver lo que sucede a nivel de la vida cultural de la gente. Sin embargo, estoy consciente de que soy parte de este circuito, que aquí me interesa desarrollar mi trabajo.
 Los medios de comunicación son estáticos, vitalicios y el país pierde la posibilidad de ver otras propuestas. Los espacios de cultura chilena son poquísimos y fuertemente determinados por el mercado. Imagínate lo que sucedió con la Radio Umbral, con el tremendo esfuerzo con los que tienen que sostenerse Radio Tierra, Radio Nuevo Mundo...
 Con todo lo que significa el lento retorno a la vida democrática, creo que se irán activando las organizaciones, las federaciones... que eran canales importantes de transmisión.
 
-¿Cómo fue su relación con Víctor Jara?
-Cuando me integré al grupo Inti-Illimani en 1971, yo venía desde Valdivia, y ya existía una relación muy cercana. Lo había visto en La Peña de los Parra, donde se formó un núcleo de gente conformado por los hermanos Parra, Rolando Alarcón, Víctor Jara y Patricio Manns, con un abanico de poesías y cantos, de estilos diferentes entre ellos. Ahí uno podía ver un espectáculo contundente. Cuando fui en esa primera oportunidad a la Peña, yo ya seguía lo que ellos estaban produciendo. El personaje más fuerte era Víctor, pues manejaba muy equilibradamente su número. No obstante, de que había mucha gravedad en sus canciones, él suavizaba sus presentaciones con otras más livianas o cómicas. Su trabajo invitaba a seguirlo.
 Cuando me integro al Inti-Illimani, había una situación de colaboración muy frecuente, la cual se daba de un modo muy llano. Víctor era mayor que nosotros y tenía ya una carrera consolidada. Era como la punta de la lanza, respecto de los otros más jóvenes que iban a tientas de cómo trabajar con elementos folclóricos, cuando él ya había formado el Conjunto Cuncumén. Traía el bagaje de su madre -cantora campesina-, más el teatro... toda esa conexión con un mundo riquísimo de artistas en esos años, de los cuales la gran mayoría apoyaba a Salvador Allende.
 El grupo (Inti-Illimani) estaba muy atento a lo que hacía Víctor, pues creaba muy bellas canciones para ir alimentando nuestro repertorio. La falta de esa cercanía que se produjo, fue una gran pérdida y eso lo sentimos mucho durante el exilio. Ante la ausencia de una persona como él, tuvimos que hacer nuestro propio camino, empezando a escribir, a analizar cómo estaban hechas las canciones, las rimas populares... a leer poesía latinoamericana.
 
-En cuanto a lo literario: ¿cuáles son sus referentes o aquellos escritores que han influido en su obra?
-Yo aprendí mucho de García Márquez, especialmente de su libro El otoño del patriarca, en donde además de describir una dictadura impresionante -en todo sentido- e interminable, siempre en el contexto de esta historia va haciendo juegos de vocablos con los cuales equilibra esta historia trágica. De este libro saqué partes que tenían una rítmica que sugerían poder transformarse en canción. Este libro me invitó a jugar, me abrió ventanas de posibilidades para experimentar con las palabras. Bueno, sin duda, también Pablo Neruda... Llegando a Chile he ido buscando, me he dado tiempo para enterarme de lo que aquí se produjo, lo cual ha estado muy marcado por el golpe militar.
 
-¿Y en lo musical?
-Admiro muchísimo el trabajo de Chico Buarque. He seguido con bastante atención su carrera. Por otra parte me encanta la búsqueda que se ha estado haciendo con los instrumentos latinoamericanos, y en particular con aquellos que existían en estos parajes antes de la llegada de los blancos.
 
-¿Qué considera más importante en su proceso creativo?
-Poco a poco en las composiciones que yo he realizado, me he ido acercando a una cosa un poco más acertada. Miro con mucho respeto a los compositores de canciones como Patricio Manns y Chico Buarque. Creo que una actitud sincera, limpia el camino para llegar a una buena canción. La sinceridad es un valor fundamental dentro del arte y de mi proceso creativo.
 
-Usted conduce un programa musical en el canal 22 ¿Cuáles son los objetivos de este espacio?
-Ha sido bastante natural el asunto… A mí me interesa conocer qué pasa aquí con la música chilena y creo que es una inquietud que responde al interés de mucha gente. Lo que me interesa es ser un vehículo para que se expresen los artistas que van al programa. A través de este espacio, he podido mostrar y conocer una diversidad muy bella e interesante.
 
-¿José Seves: trovador, músico o cantautor?
-Soy intérprete... Me gusta el concepto de trovador, debido a que lo que uno hace es comunicar historias... Fuera del marco de las canciones mismas me gusta mucho escribir cartas. Desde Italia lo hice bastante y fue un ejercicio de autoconocimiento, pues a través de ellas se pueden expresar situaciones muy emotivas y fuertes. Aspiro a ser trovador. En este disco, “Hata”, hay varios autores que reproponen el concepto trovadoresco.
 
-¿Cuáles son tus acciones creativas más inmediatas?
-Espero seguir publicando algunos trabajos que he ido desarrollando. He trabajado con músicos jóvenes; he sentido una gran necesidad de volver a lo íntimo, de volver a esa sensación que me produjo el visitar por primera vez La Peña de los Parra, el público cercano... sin interferencias.
    En este instante estoy trabajando en un disco de grandes autores latinoamericanos, en general las canciones de artistas como por ejemplo: Violeta Parra, Nicomedes Santa Cruz, de Perú y Simón Díaz, de Venezuela, es decir: buenos conocedores de canto campesino y al mismo tiempo creadores. He estado asesorando a grupos y haciendo talleres, lo cual significa un modo muy vivo de conexión, pues uno, además, encuentra en las generaciones jóvenes, gente muy preparada desde el punto de vista técnico, con mundos musicales distintos, y esto es bueno hacérselos notar. Una de las cosas que puedo agradecer a la vida es haber podido practicar yo mismo la música.


* Publicada en Revista Rayentru Nº18 – junio de 2000

 
 
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