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  Jesús Orta Ruiz
 

 
JESÚS ORTA RUIZ (Indio Naborí)
Premio Nacional de Literatura, Cuba, 1995


por Eduardo Peralta
 

 

Jesús Orta Ruíz, nace en Guanabacoa, Cuba, en 1922. Poeta y periodista de renombre. Cuenta con una larga biblio­grafía, en la que figuran diez títulos en prosa y once poema­rios, en donde destaca el libro de poesías dedicado exclusiva­mente a la Décima, a la que llama "Viajera peninsular", título del primer poema y que le da también el nombre al libro.
 
          Ha merecido numerosos premios y distinciones, como la Orden Félix Varela y la Medalla Alejo Carpentier. Varias veces nominado para el Premio Nacional de Literatura. Nos enteramos con regocijo, durante nuestra estadía en Cuba a fines de 1995, que por fin ese año se confería tal honor a este Orfebre de la Décima.
 
          Con tus ojos míos, Ed. Unión, 1994 (financiado por el Fondo de Desarrollo de la Educación y la Cultura, Cuba), este libro es una prueba más de la maestría y notable ductilidad del Indio Naborí en el manejo del lenguaje, las metáforas y los conceptos. En efecto, pocos vates actuales pueden jactarse de dominar formas tan disímiles como el Verso Libre, el Soneto y la Décima. Naborí navega con timón avezado en todas estas corrientes líricas, parafrasean­do a Huidobro en su "Pequeño Dios", derrochando humor y ternura en sus sonetos, o invo­cando la cansó del trovador medieval Martín el Ciego.
 
          Pero destaca en estas pági­nas un puñado de Décimas sueltas, cada una dedicada a un tema específico, o a una enso­ñación, o a un personaje en particular. Como homenaje a uno de los decimistas más admirables de nuestro conti­nente, y en recuerdo de la hermosa velada en su casa, junto a él, su mujer y Waldo Leyva (que guardamos con Nathalie en el cofre de atrás de las pupilas), he seleccionado para RAYENTRU seis Déci­mas, de las más cautivantes de este reciente libro de un Poeta que logra hacer brotar, hasta de su casi total ceguera, ramalazos de luz honda y eterna.
 
 
MADRIGAL DE LA NEBLINA
 
No hay iris. Se difumina
el color de las violetas
y convivo con siluetas
en un mundo de neblina.
Una mujer me encamina
y de guijarros y abrojos
va librando mis pies flojos...
 
¡Ay, quién me diría que
los ojos que ayer canté
hoy fueran mis propios ojos!
 
 
 
TU VOZ
 
Tu palabra tiene el arte
de iluminar la ceguera:
háblame, que no hay manera
de verte sin escucharte.
 
Sólo así puedo mirarte
exacta, como si un dios
conmovido por mis dos
linternas de rotas pilas,
me hiciera nuevas pupilas
con el cristal de tu voz.
 
 
 
 
LIBÉLULAS
 
Llueve, escampa, ríe el cielo
y entre el río y el establo
los "caballitos del diablo"
trazan sus líneas de vuelo.
 
Sus alas de terciopelo
puntean la claridad
y yo imagino, en mi edad
de chiringas y cometas,
una flota de avionetas
hechas de sol y humedad.
 
 
 
REPOBLACIÓN
 
Duermen en la prehistoria
de urbanizados terrenos
árboles que eran ajenos
y ahora son de mi memoria.
 
Ya sin línea divisoria
y en fresca repoblación,
se alzan en mi evocación
como si aquel arbolado
hubiérase trasplantado
a mi fértil corazón.
 
 
 
CATARSIS DEL ABUELO (fragmento)
 
La mínima cocinera
aguarda por las visitas
con su juego de tacitas
de café y su cafetera.
Cuando me sirve parlera
la infusión imaginada,
su cortesía me agrada
y quedo como embriagado
con el aroma inventado
de un rico café de nada.
 
 
 
 
FIESTA BRAVA
 
Banderillero del día,
se pone el verano un traje
de luces, y mi paisaje
se viste de Andalucía.
 
Yo, niño en la gradería
coreo un "¡olé!" que truena
cuando el ruedo -luna llena
vestida de plata y oro
­deslumbra con negro toro,
roja capa y blanca arena.  

 


* Publicado en Revista Literaria Rayentru Nº11 - julio de 1996



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