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  Jorge Teillier
 

LOS DOMINIOS DE JORGE TEILLIER

 
La poesía de Jorge Teillier a través de los años, se circunscribe dentro de una historicidad y un especial ordenamiento del lenguaje poético que nos acerca, sin dudas, al paraíso perdido, reminiscente de un pasado histórico colectivo hasta enfrentamos al enor­me patio de la escuela, que yace como buque encallado en nuestra imaginación escolar y se reencuentra en la actualidad con nuestros propios fantasmas. Jorge Teillier, como oferente, abre de paren par las puertas de este pasado leve, en una suerte de crónica sepia de hechos y circunstancias no exentas de pompa, del cual nos habló tempranamente ("Para Ángeles y Gorriones", 1956, escrita antes de sus 20 años), cuando intenta acercarse desde el sur chileno a la Capital y viaja desde aquellas humedades a entibiar el recuerdo de lo cotidiano. Es bien sabido que la nostalgia, al igual que el adjetivo huidobriano, mata al no tener sustancia necesaria donde involucrarse en forma delirante para salir sin riesgos de la tarea.

Toda una tradición literaria (inglesa) aporta algunos elementos en la poesía de Teillier, a modo de un segundo espejo en un aparente juego nostálgico -como dice Alfonso Calderón-, que provoca un falso efecto en los lectores. Peter Pan y Wendy junto a su autor, J. M. Barrie, se convierten en una resonancia cristalina. Alone, a próposito de la publicación de "Poemas del País de Nunca Jamás", nos dice: un encuentro sin un orden aparente de todas las claves mágicas y de un lenguaje poético que nos acerca más y más a un ensueño manifiesto de mitologías. "Me decías que no me enamorara de tu hermana menor, / aquella que aún temía a los duendes" (Tarjeta Postal). Alone lo aplaude en su crónica, aplauso de regocijo para el joven Teillier, reconocimiento que se mantuvo joven al igual que Peter Pan.
En la actualidad surgen para Teillier, una serie de homenajes y estudios de su obra junto a sus compañeros de generación. Me parece advertirlo en la dualidad de luz y sombra; lo veo cerca de la "Pieza oscura" de Enrique Lihn, pieza que solitaria nos enfrentaba al pánico de nuestros pensamientos, pero acompañados en nuestros juegos indagatorios infantiles, era una suerte de sensualidad mani­fiesta.
Jorge Teillier, con su carga emotiva y refinada: Poeta del sur, definitivo; instalado en la agreste frontera, extiende sus brazos cantantes entre la cordillera y el mar. Por cierto, esta presentación es un acercamiento plural más que un estudio minucioso y académico a su interesante obra, a su pasión nostálgica, a su canto elegíaco que emerge de muchas con­fluencias como una riada poderosa y vital, donde el vuelo juvenil de Alain Fournier está presente, junto a los elementos cotidianos que descansan sobre el mesón del almacén de la esquina provinciana; al insectario de las clases de ciencias naturales; el membrillo escolar que nos adeuda la memoria y a la lluvia perpetua que heredó del sur de Chile, esa que habita en sus ojos inquietos que saben de la visión y el secreto de La Casa de Noche. "un desconocido silba en el bosque/ los patios se llenan de niebla./ EI padre lee un cuento de hadas/ y el hermano muerto escucha tras la puerta" (Un desconocido silba en el bosque).
Jorge Teillier, representa, en su particular simbología de imágenes sin falsas arquitecturas y de un lenguaje humano de grandes alturas, una de las voces fundamentales de la llamada generación del 50. Como las araucarias del sur de Chile y sus brazos de verde fronda, son sus versos esparcidos al igual que piñonada sobre la humedad de la tierra.

 
*** Jorge Teillier.
Fotografía de Máximo Gallegos
para
la portada de la antología
Los Dominios Perdidos (1992)


* Publicado en Revista Rayentru Nº5 - mayo de 1994

 
 
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