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  Pedro Lastra
 

PEDRO LASTRA o la noticia de las fugas
 
 

Aunque en Chile no suele ser cita obligada en recuentos anuales y repeticiones literarias, porque se le tiene en calidad de estudioso de las letras, él asegura que en el extranjero se le valora por su poesía, ante todo.
      Cierto, el número de sus poemas no es abundante; tampoco los libros que los contienen. Incluso los más recientes incorporan a los anteriores. Pero, la calidad no es vasalla de los números ni de los galardones. Allí están para corroborarlo “Y éramos inmortales (1974); Cuadernos de la doble vida (1984); Noticias del extranjero (1992); Diario de viaje y otros poemas (1998); y más reciente “Palabras de amor” (2002), además de Leve canción (2005), antología publicada en Quito.
      De los poemas de Pedro Lastra permanece un trasluz, una vendimia de resolanas. Se experimentan las formas cambiantes de la nostalgia o del querer contradicho por la descortés historia, o como consecuencia de un devenir impositivo, categórico e inapelable. Siempre ese tiempo que fluye a través de acontecimientos con rostros y tenazas de hierro.
      La convivencia amical, los coloquios y consideraciones de lo vivido, el afecto evocado en el desparpajo presente del suceso, así como también las noticias de la luz, de las sombras de la memoria sorprendida y los sueños que regalan lo inasible conforman un clima poético acogedor, sentido, con ese dejo de inexorable que gana a lo verdadero cuando se confrontan el querer y el no poder eternizar lo más significativamente vivido.
      “Ella vino y se fue como la juventud,/ se la tragó la tierra/ o la deshizo el sueño/ que arma con una mano y con otra desarma/ sus paisajes veloces/ llenos de engaño,/ de oasis mentirosos donde nadie transcurre/ sino la pasajera que se pierde en la niebla/ de cada amanecer./ Pero el sueño no duerme/ como sueña el durmiente, un ángel traicionado/ ya no sabe por quién/ y envejecido/ por la sombra de días que ha olvidado:/ es una eternidad la de ese instante/ y un espacio sin término/ el lugar en que habita”.
      En los poemas de Pedro Lastra, tiene cabida lo mismo la mentada evocación con su séquito de arena que abandona las manos, porque es fuga el presente, que una suerte de recuerdo futuro. Y esa omnipresencia del tiempo en infatigable descuento de las horas, vincula al poeta a una larga tradición literaria, y, por eso mismo, se percibe genuina su palabra. Sí, poeta, “éramos inmortales”. Con todo, “Ya hablaremos de nuestra juventud”.
 
 
 
PARA EL CORAJE DE VIVIR
 
Vuelvo sobre lo mismo, pienso con gran cuidado
en lo que nos pasa todavía,
preparo tus recuerdos y los míos
antes que la memoria los juegue con cartas marcadas.
 
 
 
CARTA NOCTURNA
 
Recuerda, pues, recuerda
que a la vuelta de las estaciones
tú serías mi principio de realidad,
y no hubo estaciones ni regresos,
sólo figuras entrevistas y sentidas por un durmiente,
un ir y venir de días a lugares
cruzando esas arenas movedizas
sin temor ni alegría.




* Publicada en Revista Literaria Rayentru N'27, verano del 2007

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