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  Lila Calderón
 


EL PERIPLO POÉTICO DE LILA CALDERÓN

por María Luz Moraga


Lila Calderón ha escrito desde que tiene uso de razón, pero su decisión de dedicarse profesionalmente a este oficio empieza al finalizar la década de los setenta. Diez años más tarde, por fin, se decide a publicar.
        Sus primeros trabajos ven la luz pública en páginas literarias de diarios, revistas artesanales, trípticos y en la Antología de los primeros veinte becarios de los talleres de la Fundación Pablo Neruda.
        Ya en Balance de blanco en el ángel triste de Durero, sabremos que en sus obras habrá magia, sorpresas e historia. Existe una gran interrogante sobre la vida, la muerte, el amor y Dios para lo cual la autora se apoya en la Biblia. Pero también están presentes los temidos dobleces que instalan incógnitas en la vida. Se leen infinitos discursos./ No hay adiós./ Abriré el salón del invierno./ Voy a alhajarlo para la fiesta de máscaras./ Después de las doce / cuando todas las sombras son de barro.
        In memorian constituye un hermoso libro objeto, trabajado con amor y cuidado en papel pergamino con tapas forradas en género, y convertido en un pequeño Manual de Oraciones a la usanza de los Misales. El modelo de la Oración Fúnebre y su Canto Litúrgico sirve a la poeta, en esta breve pieza lírica, para que una hablante presente la agonía y pérdida del amor en un moderno escenario. Su trabajo es amoroso, porque el tema es el amor. Este tema la obsesiona, porque lo concibe como una historia trágicamente repetitiva sin ninguna novedad, sin ningún cambio fundamental a través de los siglos. Ella amaba a ese fósil/ de quien sabe cuántos/ millones de años/ -llamado hombre-/ porfiadamente solo / ermitaño / cíclico / y eterno.
        Hay un intento por entender qué pasa con el amor fuera del contexto de los cuentos de hadas. Los mensajes subliminales recibidos en la infancia, alejados de posibilidades reales, sólo registran magia y amor eterno en parejas que serán príncipes y princesas. Eso no ocurre en la vida real.
        En Por suerte había otra vida avanza en su exploración del interior del hombre y un halo de lucidez la hace enfrentar la decepción. Aquí trabaja el tema de la memoria, la confusión de las voces y los personajes atrapados en el tiempo buscando un posible destino, una misión: no es posible intentar un rescate/ porque la estación del metro / es sólo un túnel/ en el presente/ en donde un hombre sin memoria / no deja huella alguna.
        Retoma esa sensación de angustia del ser humano situado en una cíclica interrogante eterna oscilando entre la imagen fotográfica y su negativo a través del juego de las sombras como metáfora de la vida y la muerte. Tú reconoces muy bien mis cenizas/ Prueba de ello/ es el certero soplo / con que me resucitas/ siempre. La poeta recurre al intertexto pictórico apoyándose en el trabajo del artista Escher para reforzar la idea de los dobleces, las aristas de las verdades que se nos entrecruzan como verdaderas versiones de una misma verdad.
        Subyace una crítica a la producción publicitaria que juega con la antigua magia y con el simulacro. Vuelve otra vez, atraída como por un imán a su obsesión primigenia que la interconecta con la ficción infantil donde Atrapada entre el celofán/ de los Camelot/ una princesa sonríe para la foto. Está además en esta obra, la relectura de la infancia desde el ahora, vista no como el tiempo idílico de la inocencia, sino como el tiempo del desamparo. En la casa de las campanas / yo era un pez alado/ que mordía todos los anzuelos/ y los espejismos/ y las razones / La infancia era la intemperie misma.
        Recién ahora están a mano los códigos para instalarse en el mundo, explicárselo, comprenderlo y defenderse, porque antes El horizonte era una palabra vacía.
        Piel de maniquí constituye un vuelco en relación al trabajo poético anterior de Lila Calderón. Se advierta una crítica social descarnada hacia el mundo mercantilista y contra el pensamiento masificado. El personaje está perdido// no probó/ la conversión estética/ No esperó a las puertas de Circom/ Dicom m m m m/ para limpiar sus antecedentes / no esperó a probarse en sociedad/ a dejarse violar/ para que todos fueran felices/ con la libertad bajo fianza. La connotación y la denotación se deconciertan ante la involución del concepto de belleza, del concepto de lo monstruoso, de la necesidad de sacrificio. El examen de las dificultades, tropiezos y obstáculos para lograr la supervivencia empieza en la falta de solidaridad. La tipografía que elige es la de una extemporánea máquina dactilográfica que propone: Hay que volver a las montañas / habitar el desierto/ ya no quiero oír a nadie / ni comprar nada/ ni vender/ ni pagar/ quiero volver al trueque/ .../ Ya estamos grandes / déjenme respirar / prefiero volver a ser.
        Todos los cambios importantes, postula, los han emprendido mediante el sacrificio, seres monstruosos. La literatura y el cine han exhibido desde tiempos inmemoriales una galería de monstruos representantes del horror.
        Sin embargo uno se pregunta, ¿que es ser un monstruo? Ser monstruoso es simplemente ser distinto dice la poeta, entonces monstruos son Mersault, el personaje camusiano que enfrenta la pena de muerte por no llorar en el entierro de su madre; Mozart, el monstruo de la música y también Jesús, que murió en la cruz para redimir el pecado de los hombres y, no solamente, el Jorobado de Notre Dame o el Fantasma de la Ópera.
        Pero, a pesar de esta aparente herejía, para la poeta el origen de la Creación constituye el primer poema y ve a la poesía como generadora de esperanza y como un ejercicio de lucidez.
         Lila Calderón ha estado, desde mediados de los noventa incursionando en el Video Experimental y en el Video Arte, obteniendo el Primer Premio de Video-poesía de la Feria del Libro de la Estación Mapocho en 1994 y el Primer Premio en el Encuentro de Cine y Video del Caribe, realizado en Santiago de Cuba en 1998. Obviamente, sus videos son poéticos.


LILA CALDERÓN (La Serena, 1956). Comunicadora Audiovisual, guionista, videísta y poeta.
Obras poéticas: Balance de blanco en el ángel triste de Durero, 1993; In Memoriam, 1995;   Por suerte había otra vida, 1999; Piel de Maniquí, 1999.
Videos: El horizonte no es azul, 1994; Por culpa del pantalón, 1995; Una bandera en llamas, 1995; Crónica, 1995; Viaje, 1995; La muerte de un poeta: Ángel Escobar, 1998; Ventanas: Miguel Arteche, 2000.

* Publicado en Revista Rayentru Nº20 - verano de 2001

 
 
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