II
TODA NAVE ES UN TEMPLO
El Nautilus es una nave submarina alumbrada por cirios derretidos,
Un templo sumergido en un mar de sombras, perdurables.
En su altar oblongo está crucificado mi padre
En el casquete polar antártico.
La sangre de sus llagas mana todas las noches a las 2 P.M.,
Hora del Lobo.
El Nautilus es también una ciudad como las vuestras
y podemos perdernos en sus calles buscando la ausencia
O reinventar el amor en cada farola lúgubre,
De cada bulevar termo y salado,
Bajo la protección de las increíbles floridas marinas.
Cuando el Nautilus navega a través de su nómade neblina,
Lo anuncia el vuelo fantasmagórico y lacerado
De las mariposas nocturnas negras,
Una plaga alada por cabos y penínsulas,
Oscureciendo más la ya oscura oscuridad de los mares
La ciudad sumergida donde ahora yazgo,
Es un eco inasible
De otras tantas ciudades sacrificadas.
Por eso, en el prólogo de la muerte,
Me alejo de las urbes
Y después de contemplarlas
Desde las cumbres de los montes aledaños,
Me sumerjo en el Nautilus a la piedad del suicidio.
V
TRAS EL OJO DE BUEY DEL NAUTILUS
En un principio extendido hasta la náusea de la luna borracha,
No vi más que una masa negruzca
En mitad del campo iluminado por la luz de los reflectores,
Aquella masa parecía inmóvil
Y como suspensa en medio de las aguas,
Yo trataba de reconocer
La naturaleza de aquel cetáceo gigantesco
Si era una Ballena Trumpa,
Como llaman los ingleses a los cachalotes,
O Ballena Physether o Ballena Cabeza de Yunque
O un Macrocephalus de las palabras largas,
Uno de los mayores y más lindos habitantes
De este globo agonizante, de abril pardo;
Entonces, súbitamente advino la admonición,
Ahí en el Sinaí abisal del océano,
En sus azules y oleaginosos arenales líquidos,
Dios, dije es un navío muerto,
Es una imagen dormida, un desorden latente,
Agregó- el poeta Artaud,
Es el maderamen que recubre el cuerpo bullente de bubones,
Nada se escapa de los bubones,
Nadie se escapa de los bubones
Ni siquiera en el Sinaí abisal.
Y Artaud tenía razón,
Estábamos frente a frente a un navío de bubones,
Sus obenques cortados colgaban aún de las cadenas,
Su casco parecía y sólo parecía en buen estado,
Tres trozos de mástil,
Cercenados como extremidades humanas a dos pies de cubierta
Eran la evidencia del sacrificio ritual.
(de Nautilus, poemas inéditos)