CANCIÓN PAL PRIMER
ASTRONAUTA CHILENO
Para este viaje
que quiero hacer,
no sirve el barco
no sirve el tren.
No sirve el agua
no sirve el riel,
para este viaje
que quiero hacer.
¿Tal vez un ave
de blancas alas
l l e g a r á?
¿O bien la escala
m u s i c a l
DO
RE
MI
FA
SOL
LA
LUNA
soñar
que en una canción
se sale a volar.
NATACHA
Le han dicho
Con ese hombre
No tendrán donde
Caerse muertos
Le he dicho
Tendremos
Todo el mundo
Donde pararnos vivos
EN LA CASA MUY VIEJA
Del Diario de Jules Renard:
“Si yo fuera muy rico
alquilaría una casa muy vieja
para leer, a la luz de una vela
en las crudas noches de invierno
las aventuras de d'Artanan”.
Y del mío:
-Si no fuera tan pobre
dejaría esta casa muy vieja
en que leo a Renard
a la luz de una vela
una cruda noche de invierno
ANÓNIMO ESCRITO EN UN CUADERNO
DE MI COMPAÑERA DE BANCO
Me besas al despedirnos
como mamá
te preocupas por mí
como mi hermana
y no te burlas como la vecina
si me pillas mirándote
y miras para otro lado
si me pongo rojo
y no preguntas por qué
ni dices que sabes
que me pongo rojo
porque me pillas
mirándote y no me atrevo
a decirte que me gustas.
Entonces me voy y regreso
a decirte que me gustas
pero sólo te digo si hay tarea
y vuelvo a volver
para que me despidas como mamá.
Pero como mamá despide a papá.
LA VICTORIA
Me pusieron contra la pared, manos arriba.
Me registraron meticulosamente.
Sólo hallaron retratos con tus ojos
y una antología con mis versos.
Noches sobe la piedra.
Días tras la alambrada
No saben -nos decían- qué les espera
Pero yo sabía.
Tras días piedra meses muro
Tú me esperabas a la puerta del cuartel
¡y ésa fue mi victoria!
PRE-EPITAFIO
Aquí ni siquiera yace
pues no ha muerto todavía
un tipo que día a día
cargó la cruz que a Dios pace:
plantó un árbol, hizo clases
le dieron y dio lecciones,
tuvo hijos, publicaciones
y -de serle concedido-
reeditara lo vivido
con dos o tres correcciones.
BUROCRACIA
NO
eludiré los tramites:
seré
riguroso
en el orden
de mis visitas:
PRIMERO AL MÉDICO
SEGUNDO AL FARMACÉUTICO
TERCERO AL SEPULTURERO.
LA ESCENA MÁS TRISTE Y TAN HERMOSA
He visto a un hombre arrodillarse sobre un prado.
Jardinero que riega una flor subterránea
no lleva regadera ni agua le falta
como si fluyera de su propio ser.
Estoy cerca de él, pero él
está lejos de todos y de todo.
Y sin embargo habla ¿con quién habla
este hombre qué no habla con nadie?
Habla con alguien que fue él
y ahora es solo parte de él y de la tierra:
lo increpa, ruega, lo maldice,
le golpea la cabeza con un por qué:
¿por qué/por qué /por qué/por qué?
Y no sabe ni yo ni nadie sabe
qué decirle a ese hombre que una tarde
-domingo en Concepción- riega su hija
en un Parque, y le deja una flor
y un caballito blanco de juguete
para que vuelva a casa por la noche:
caballito blanco
llévame de aquí
lévame a la cuna
donde yo nací.
Y de noche la sueña: y en sueños se levanta
y la cubre, porque llueve en el sur
-ay, cómo llueve en su lecho de trébol-
y yo sueño con él, lo sueño niño
y en sueños se hace hombre
y se arrodilla sobre un prado
se dobla como herido a bala
pero no cae, se levanta
-con todo el peso del dolor se alza-
y en sueños le pregunto ¿cómo? ¿cómo?
Y no sabe -ni yo- ni nadie lo sabe.