PREDICCIONES PARA EL DÍA DE MI MUERTE
Entonces, los astrónomos verán musgo en las estrellas
y el mar cubrirá su rostro con ceniza.
De la boca de las estatuas escaparan pequeños relámpagos,
ávidas mariposas invadirán los museos
y las piedras llorarán.
Entonces, se descarrilarán las nubes
por la esfera de mi reloj correrá
el solitario caballo de la arena.
Se adelgazarán los ríos hasta convertirse en agujas.
Entonces, el viento cambiará de cielo a las gaviotas
y los navíos se llenarán de alas.
Mi calle se enrollará súbitamente
desapareciendo de la historia,
mis ropas pasearán por los jardines
y las banderas y las frutas se abrazarán
Entonces, mi vieja máquina de escribir levantará
un rayo en cada una de sus teclas.
Los niños descubrirán que mi sombra
era la sombra de mi primer juguete.
LOS TEJEDORES DE REDES
Caleta de los Pescadores, en Antofagasta
Este es el rudo mar del Norte, el que acaricia
la soledad de sus desiertos.
Los tejedores de redes están junto a él, las
piernas como rieles perdidos en la arena.
Sus manos llevan un ruido seco, de madera presurosa.
Las redes tiemblan lo mismo que una marea siniestra,
detenida, ahí, para el ojo del cielo.
Dialogan los hombres y sus redes.
El golpe de las agujas impide oír lo que se dicen:
¡quién pudiera escuchar!
¡Ellas se saben, de memoria, el mar!