ADÁN Y EVA
Adán llevaba siete años en ese lugar. Conocía al dedillo cada grieta de los muros que rodeaban el dormitorio principal. Eva había llegado una semana atrás. Aún no se acostumbraba a los barrotes que dejaban entrar el sol a pedacitos en su habitación.
Se enamoraron a primera vista y reían de buenas ganas cuando oían decir a los demás que el amor de ellos era una cosa de locos.
CAFÉ SANTOS
Todas las tardes la veía entre vahos de café y bolitas de mantequilla. Algunas veces se sonreían y otras, no.
Ella era la señora de Azpillaga. Él, Julito el garzón.
AMANTE PROFESIONAL
Romero, asesino de profesión, se vanagloriaba de cumplir sus promesas. Al conocer, por motivo de un trabajo, a Raquel, sintió una súbita comezón en su orgullo. La invitó a cenar, la enamoró y por la mañana, cuando el sol se regodeaba con los cabellos de su amada, le disparó tiernamente entre los pechos por el estúpido placer de cumplir un contrato.
ABURRIMIENTO
Sola y cansada se recostó sobre una piedra. El día desfiló por su memoria como el lugar común de un carrusel. Desayunos, lavados, compras y una tediosa reunión de apoderados. Miró unas algas que flotaban a su alrededor, y con un suspiro cercano a una queja, la ostra maldijo el mentado aburrimiento de sus congéneres.
SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
...de tarde en tarde y de fiesta en fiesta, Alex y Loti se encuentran en esa tierra de sonrisas y besitos en las mejillas. El la ama de un modo irreal y anhela despertar una mañana abrazado a sus pechos de adolescente. Ella teme a su marido y por eso nunca sueña. Sólo sonríe como le han dicho que lo hacen los ángeles. Visto de un modo objetivo, el autor cree que ellos serían un buen matrimonio o una pareja de amantes. Pero los dos callan. Se saludan, conversan y despiden pensando si lo que sienten se puede llamar amor. Y así pasan sus años, y sólo se encuentran de fiesta en fiesta y de tarde en tarde...