miércoles, 13 de marzo de 2024

Editorial


con voz propia Nº 132 

Revista literaria 

Marzo 2024 


Propietaria – Editora – Directora: Analía Pascaner 

Publicación creada en noviembre de 2006 
Distribución y publicación gratuitas 
ISSN 2314-0275 




No hay nada que nos capacite tanto para sobreponernos a las dificultades como la conciencia de tener una misión en la vida. 
Viktor Frankl 




Caminante no hay camino 

Caminante, son tus huellas 
el camino y nada más. 
Caminante, no hay camino, 
se hace camino al andar. 
Al andar se hace el camino, 
y al volver la vista atrás 
se ve la senda que nunca 
se ha de volver a pisar. 
Caminante no hay camino 
sino estelas en la mar. 

Antonio Machado 
España, 1875 – Francia, 1939 
Poema de ‘Proverbios y Cantares’, del libro Campos de Castilla, 1912 




Para mí, cada hora de luz y oscuridad es un milagro, cada centímetro cúbico de espacio es un milagro.
Walt Whitman 



Revista literaria con voz propia 
ISSN 2314-0275 
Propietaria: Analía Pascaner 
San Fernando del Valle de Catamarca 
Catamarca – Argentina 
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 
 


Cuando se ha vivido tanto, hasta los que están rotos saben que el dolor también nos reconstruye. 
María Oruña


Autores publicados


Aquél que quiere cantar siempre encuentra una canción. 
Proverbio sueco 

con voz propia Nº 132
Revista literaria 
Marzo 2024 

Autores publicados en esta edición


Autores publicados desde inicios de la revista con voz propia
Las expresiones derivadas del material literario aquí publicado, son de exclusiva responsabilidad de cada autor. Analía Pascaner 

Revista literaria con voz propia 
Publicación y distribución gratuitas 
ISSN 2314-0275 
Propiedad, dirección y edición: Analía Pascaner


Cecilia Glanzmann

Rescate 
Soy un lapicito en la mano de Dios que escribe 
y va a enviar una carta de amor al mundo. 
Madre Teresa de Calcuta

Si está en mí 
el misterio de constelaciones 
el cielo, la tierra y el abismo, 
está en todo 
la finitud inaprehensible 
la conciencia renaciendo. 

Si está en mí y en todo 
en cada célula 
el diseño de la Creación 
también está Dios. 

Aún podemos rescatar 
de nuestro ser 
el Universo. 


Sonreír 

El hombre anduvo
por los andariveles de la nostalgia 
lacerándose por los meandros del dolor 

el hombre pudo treparse un día al alféizar de su alma 
el horizonte se curvó para darle el universo 

y entonces
aprendió a sonreír. 

El hombre supo así de mojones diferentes 
cercanos 
con ternura 

supo de maderos húmedos y olorosos 
de los tiempos naciendo a la sonrisa. 


Esquirlas 

El viento trae esas esquirlas grises 
(noticias de guerra) 

hay pájaros que cantan 
y por ahí 
se mueren. 

Como la gente en la guerra 

se silencian. 


Cincel 
El primer hombre, Adán, fue materia con vida, 
pero el último Adán es materia que da vida/…/ 
El primer hombre hecho de la tierra era de la tierra, 
el segundo hombre es del cielo. 
Corintios 15: 45,47 

Esta libertad que nos fue dada 
y que nos suelta el alma
dejando desnuda la densidad de humanos 
esta libertad 
es la alondra necesaria 
para guiar cantando. 

La respiramos en la hondura mineral y vegetal 
en nuestra terrestre encarnadura. 

Hay velos que hieren
nos acicatean 
y de pronto 
nos elevan serenos a espacios vislumbrados. 

Del perdón cincelando el amor en desplegadas 
dimensiones 
de la sinfonía cósmica a la que nuestra libertad aporta 
de la Esencia que espera 

nos está hablando el Divino Ser que nos habita. 


Poemas incluidos en el libro de la autora: Obra poética 1987 – 2017. Editorial Vinciguerra, 2018. Textos que también forman parte del libro Aprendiz de pájaro, 2010 

Cecilia Glanzmann 
Nació en Bell Ville, Córdoba. Reside en Trelew, Chubut, Argentina 

Al final, sólo se tiene lo que se ha dado.
Isabel Allende

César Bisso

Cantor del cerro 

La vida me fue enseñando lo que vale una guitarra. 
Atahualpa Yupanqui 

¿Debo caer de rodillas frente al cinismo? 
¿Qué encanto tiene conciliar con él, 
si no justifico el hambre, la traición, la indulgencia? 
No me resigno a darme por vencido. 
Prefiero sepultar la guitarra en la ciénaga del decoro. 

Y montaré mi alazán de todos los caminos 
en busca de aquel cantor del cerro de cien colores. 

El lento andar tras la luna sostendrá mi huella solitaria. 


Otoño provinciano 

El hombre restriega manos de azúcar, 
madruga en el galope del rocío. 
Las garzas vuelan al revés del sol. 
Perdigones persiguen al viento. 
Trigales dominan la estoica vastedad. 
Ropa tendida entre pasmadas gallinas. 

La mujer ilumina las estrellas de agua 
con el ansia que sube por hilos de oro. 
Mareo de juncos aferrados a la orilla. 
Canto ardido de coyuyos en el sauce. 
Calles de arena, la siesta mansa. 
Y el aroma de naranjos. 

Tejen el lienzo del querer, 
despliegan el mantel de los frutos sagrados. 
Saben que no basta recordar la infancia, 
colmar de lágrimas la copa de los muertos. 
Solos beben el áspero vino rutinario 
y acarician los hijos con pétalos de rosa. 

Hombre y mujer flotan en cielo memorioso. 
Para ellos es regocijo cerrar los párpados, 
sentir cómo duele la vida y quedar callados 
con el gusto del abrazo que anima el otoño. 

Juntos franquean la página en blanco 
en la misma nube del destino. 
a Ana y Rubén


Talampaya 

Camino detrás del silencio.
Los pasos son cortos, pesados. 
En medio de una naturaleza extraña, inmóvil, 
el sol cobija mi desamparo. 
No intuyo el rumbo. Todo es turbio. 
Levanto una piedra, se deshace en mis manos. 
Sorbo un trago de agua, se vuelve sal en la boca. 
Siento que la vida se extingue, que no hay futuro. 
Recuerdo a mi madre, el vaticinio de aquella pitonisa. 
El milagro está sujeto a los pies. 
Ahora entiendo. Lo único que me salva es el camino. 
Ir siempre por él, a contraviento de la desgracia. 
Algún día llegaré a la ciudad que no existe. 


Presagio del guerrero 

Antes de la batalla, preso de somnolencia 
te vuelves enemigo de ti mismo,
susurras palabras imprecisas, 
vibras con la fuerza de un tambor. 

Has ingresado a la región del sueño 
en busca de ese animal invisible 
que nunca podrás vencer. 

Entonces vuelves desnudo al poema, 
quebrado por dentro, ya sin furor. 

Y buscas una palabra para el desencanto. 


Poemas del libro del autor: Andares. Segunda versión. Ediciones Ananga Ranga, 2019 

César Bisso 
Nació en Santa Fe. Reside en Buenos Aires, Argentina 

Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla dentro para poder encontrarla. 
Ralph Waldo Emerson

Isabel Nieto Grando

El mar 

Me invita a danzar, duende azulado 
voy prendida a las crestas de sus olas. 
Mística inmensidad que se agiganta 
nubes blancas con alas de gaviotas. 
Quiere abrazarme y al rozar mis ojos 
arde su sal, empaña la mirada. 
La noche va encendiendo los candiles 
ondula el agua de la espumosa playa 
presagios de bravíos temporales. 
Sacude el gris misterio del oleaje. 
La barca de la vida me regresa 
temblorosa, un ave sin plumaje. 
Anclado en el puerto yo te miro 
mar tranquilo, serenidad que asombra. 
Por besar el universo luminoso 
me diluyo en el seno de tus olas. 


Heredad 

Hay un grito con eco en los peñones 
y un cóndor con sus alas bien abiertas. 
El viento me ha quitado de las manos 
las notas musicales del poema. 
Un encuentro nació en Villa Dolores 
la primera espiga de la siembra. 
Un sueño que se vio multiplicado 
por la entrega total del gran poeta. 
El patriarca convocaba con su verbo 
derribando horizontes y fronteras. 
Nacieron uno a uno los encuentros 
confundiendo el color de las banderas. 
Cuántos versos florecen por el mundo 
en las calles, las plazas, las escuelas. 
Van tejiendo amistad en cada verso 
los sueños delirantes del poeta. 
Patria chica, aquí en Villa Dolores 
capital de poesía nuestro suelo. 
Simiente que legara el gran maestro 
Don Oscar fundador de los encuentros. 


La estrella azul

             A la azafata Lilian Almada 

Pampas y cerros cruzó el pájaro mecánico. 
En raudo giro sus plateadas alas, 
un golpe fugaz abrió la puerta, 
un ángel azul, resbala. 
Flotó en el aire, pálida azucena 
entre el celaje de la gris neblina 
cayó en un pajonal de verdes matas, 
la noche la cubrió con manta fina. 
Divino paraíso transerrano 
rumoreado por vertientes frescas, 
la muerte fue a buscarla en pleno vuelo 
dejando el corazón entre las piedras. 
Sus manos se agitaron cual palomas, 
y ella se fue en la nave sin regreso, 
tiembla el corazón al recordarla 
de los que al partir, dejó últimos besos. 
Pampas y cerros son todo un blanco manto 
para la niña que cayó del cielo. 
Hay algo místico en el aire, 
una luz que ilumina a los arrieros. 
Huellas, sendas y silvestres flores, 
dejan los lugareños en su cruz. 
Y comentan que en noches de silencio 
cruza la pampa una estrella azul. 


Poemas tomados del blog del Grupo Tardes de la Biblioteca Sarmiento 

Isabel Nieto Grando 
Nació en Suco, Río Cuarto. Reside en Villa Dolores, Córdoba, Argentina

Mi futuro comienza cuando me levanto cada mañana. Cada día busco algo creativo para hacer con mi vida. 
Miles Davis

Daniel Alarcón Osorio

Manos 

Sí, me lo dijo. Me gustan las manos. Manifestó interés por tocarme las manos. Mire, las mías. Las mantengo sanas y libres de corrupción. Las manos son fusiles, de carga, de abrazos, de caricias, de creación, de ética. Las manos son la acupuntura del alma al dar lo que son y tienen. ¡Las manos de hombre!, enfatizó. Se preguntará porqué dije manos como fusiles. Porque se necesitan fuertes, listas para la batalla que día a día nos espera, en la guerra constante con nuestro destino, contra los que roban inmisericordemente, entre otras cuestiones cotidianas. Manos liberadoras y liberadas, manos dulces que nos sostengan en nuestros primeros pasos y en el final de la vida ante lo líquido y efímero de los momentos. Veo con detenimiento y alegría mis manos: ¡cómo han cambiado! y siguen unidas a mi cuerpo. Las acaricio suavemente y en silencio agradezco por ellas, además de cuidarlas. Por eso al permitir que otras manos recorran mi cuerpo, las quiero fuertes y suaves a la vez, que no solo sean extensión del cuerpo ajeno, sino que estén vivas, que entreguen con pasión lo que desean acariciar, tomar, palpar, poseer. Manos esclarecedoras. 


Contra todo pronóstico, así sucede 

Cada hora devora los minutos y segundos, corriendo hacia su fin cada día, como los días corren hacia el mes, y los meses al año. Reunidos, se convierten en tiempo. Así es el amor. 
Une los momentos como puntos donde la alegría transita, dejando un invierno cuando las parejas se alejan por la distancia de sus obligaciones. 
Estas obligaciones, como relámpagos, deben cumplirse, y una vez más, los momentos se convierten en puntos del tiempo que la nostalgia instala hasta un nuevo encuentro. Días que no se ven ni se sienten, pues son rocío de recuerdos que estallan cada vez que se vuelven a tocar. Así también es el amor. 


Textos tomados de la página web del autor, en Anecdotario de la cotidianeidad 

Daniel Alarcón Osorio
Guatemala

Ten un corazón que nunca se endurezca, un carácter que nunca canse, un contacto que nunca lastime.
Charles Dickens

Nora Patricia Nardo

Contornos 

Habría que revivir la memoria: 
memoria que enaltece 
memoria que no olvida 
memoria que perdona 
memoria que da sentido. 

Habría que abolir el consumo 
arriesgarse al encuentro 
avanzar hacia las palabras 
mirarse a los ojos 
anclarse en el abrazo 
ser uno con el otro 
el otro con uno 
los otros con nosotros. 


Salvar el Olvido 

a todo el pueblo de Limpidi 
-Acquaro- Vibo Valentia, 
donde nació parte de mi historia. 

Se trataba sólo de atravesar los mares 
y llegar allí, a la tierra de mis ancestros 
recorrer sus calles, encontrar mi esencia 
recuperar viejecitas fábulas, salvar el 
olvido. 
Se trataba sólo de descifrar 
el rocío de la noche
encontrar la piedra bautismal 
arroparme en los cuentos infantiles 
descender al oráculo, llegar al comienzo
rescatar la luz y brillar en la oscuridad. 
Se trataba de escuchar las viejas letanías 
entender el desgarramiento, el destierro 
beber el hechizo del vino, cicatrizar 
heridas 
guarecer el dialecto, mezclarme entre los 
olivos 
reconocerme en sus rostros, devorar los 
sabores 
resguardar el tiempo pretérito y cantar 
cantar tan fuerte, de una vez y para 
siempre 
a todos mis ausentes. 


Fronteras del amor 

Poder que nos encandilas fatigando 
los jazmines blancos de las doradas llanuras 
que nos apresuras, que nos oprimes 
tempestad violenta, vestigio perverso. 

Esencia en erupción, efervescente e 
insensata 
abandonada a la ruindad de los dioses 
nos desgajas con el tedio de lo vulgar 
evaporas los últimos despojos de 
dignidad 
nos deshumanizas, nos mercantilizas 
nos desarmas con las derrotas de la 
memoria. 

Redímenos del acecho, de los escaneos 
del apocalipsis, de los cerrojos del sentir 
del monopolio del mirar, de la alardeada 
vaciedad 
y de todas las fronteras del amor. 


Mensajera del agua 

Ella se sabía principio y ocasión 
alma fundante del amor, fuente del placer 
sostén de las caricias 
razón y origen de la pasión. 

Ella se sabía causa y motivo 
delirio efervescente, deseo incontinente 
frescura peligrosa, manantial 
equilibrio y arrebato. 

Ella se sabía ardiente 
libertada y enamorada, rocío 
brillo incandescente, remolino 
línea de fuga, mensajera del agua. 


Poemas del último libro de la autora: Salvar el Olvido, bilingüe italiano-castellano. Ediciones Generación Abierta, 2021

Nora Patricia Nardo
Buenos Aires, Argentina

El bien que haces jamás se pierde. 
François Fénelon

Syno

Paralelo a tu costa 

Es lunes, tu ciudad está vestida 
de celeste, blanco y otra vez celeste 
en la cocina las manos de mi esposa 
ésas que más adelante y no sé cuándo 
tratarán en vano dar tibieza 
a mi frente de hielo, 
y alisarán mi pelo 
que seguirá creciendo más allá de mi sueño. 
Por ahora, se encargan del milagro 
del azúcar y el fuego 
azúcar blanca que se hará morena 
inundando la casa de olor a caramelo. 

Ese mar que fue calle 
produce un lambetazo salado en mi ventana 
el árbol de enfrente se sacude la sabia 
y crecen sobre él las plumas del albatros 
que se transforma en mascarón de proa
del barco que se mece en las olas 
que fueron pedregullo, cal y tierra. 

El capitán, pirata, marino amotinado 
sale en puntillas para no ser oído 
lleva en su arcón un mapa, una brújula loca, 
y por las dudas, por no perder el rumbo,
rellena los espacios que le sobran, 
de olor a caramelo. 

Y comienza su viaje paralelo a tu costa 
sembrando sueños con la quilla entre las algas 
y cosechando delfines en su estela. 
De tu costa le llegan bandadas de gaviotas 
las que dibujan los contornos de la tierra cercana. 

Detrás de sí siente el motín que crece 
y se aferra al timón que marca la consigna: 
paralelo a tu costa. 
Y tu costa por momentos se afina y transparenta 
otras crece en verdes y amarillos 
otras pone un faro rojo que previene 
poniéndole una mano al pecho de la barca. 

Y continúa su viaje paralelo a tu costa 
lejos de los riscos que amenazan varadura, 
lejos de las leyes que dictan las mareas pero nunca tan lejos 
cerca como quiera el pensamiento, a un vuelo de paloma. 

En las noches oscuras, presiente la ribera entre las brumas 
imagina tormentas en la costa 
y aprendió que es así, que tu dolor y tu silencio son hermanos 
dos cosas en el mismo cuerpo, pero sabe también 
que la tormenta es una transición entre dos calmas 
y le envía mensajes en botellas 
tal vez como un loco enamorado
o un ángel de la guarda empecinado. 

Vaya uno a saber qué es lo que siente 
la ribera que contempla el horizonte 
y ve esa barca que navega paralela, que aparenta deriva 
a veces con velas hecha hilachas, 
otras pintadas con paisajes tibios 
verá en el puente de mando, al capitán cordura, 
defendiendo el motín que se avecina. 
Otras veces se verá observada por el grasiento catalejo del pirata 
con ganas de aventuras y abordajes. 

¿Ensayará la costa florecida, sentada en una roca 
el canto de sirena, que a veces cree el capitán locura 
que envuelve la barca que navega? 
Barca, mar y ribera, todo una sola cosa, sin distancias ni tiempo 
sentimiento profundo, eternidad serena, con la sal de los mares, 
con frialdad aparente de una estrella lejana, 
con el grito de la sangre 
que se vuelve susurro apretado a su molde. 

Y el capitán que sigue paralelo a tu costa 
mirando de reojo la dorada ribera. 
Y ella que escucha la furtiva mirada, le contesta de a ratos 
con una ola enrizada. 
El arcón que se abre y el barco que se llena 
de olor a caramelo. 
Y el mar que fue calle, golpea con arenas la ventana del barco, 
el mascarón de proa, albatros aventurero 
se sacude las plumas y se llena de sabia. 

No ha pasado el tiempo en la cocina tibia, 
aún no ha terminado en la torre lejana, 
el redoble que anuncia la misa de las once. 
Sólo los duendes saben lo que allí ha pasado, 
el capitán, pirata, marino amotinado, ha llegado en puntillas 
para no ser oído. 


Syno 
Santa Fe, Argentina

Algunas personas llegan a nuestra vida como una bendición; otras, como una lección. 
Madre Teresa de Calcuta

María de los Ángeles Albornoz

          Quintillas 

Amor verdadero 

A Dios entregué mi amor 
porque amó mi dolor 
y me infundió fortaleza, 
para vivir con grandeza 
sin desvelo y sin temor. 


Sinfonía de amor 

Mi alma canta su alborozo 
al Dios de bondad y amor, 
al expresar con valor 
palabras de gracia y gozo 
alabando al buen Pastor. 


Paz y pan 

Pide paz, pan y trabajo 
la gente empobrecida, 
se escucha desde un atajo 
como un lamento muy bajo, 
una voz desconocida. 


Primavera 

Con paleta de colores 
primavera pinta flores 
a su paso por jardines. 
Brillan de luz sus primores 
cobran vida los jazmines. 


     *   *   * 

Invierno * 

Como puñales de acero 
el frío lastima el alma. 
El miedo es otro miedo 
enmascara la esperanza. 
Los años tallando huellas 
en el rostro, en el cuerpo. 
El corazón el arcón 
resguardando la memoria. 
Cada latido un recuerdo 
emociones, sobresaltos 
y la muerte agazapada
dando vueltas a la vida. 

*Nota de la autora: Escribí la poesía Invierno como recordatorio de mis siete décadas. 


María de los Ángeles Albornoz 
Monteros, Tucumán, Argentina

Sólo el amor convierte en milagro el barro. 
José Martí

Roberto Romeo Di Vita

Un corazón de guitarra… 

         “Un corazón de guitarra  
                            quisiera ser”
                      Alberto Cortez 

Un corazón abierto a los cuatro rumbos del suelo. 
Un corazón viajero a todos los caminos del cielo. 
Un corazón inflamado de roja sangre 
en mar y río. 

Total guitarra coraza de malos presagios y desvelos. 
Total corazón quisiera en manos de los amigos 
y las estrellas lejanas. 

Fusil de besos mis labios 
para decir que te quiero. 
Disparos de flores púrpuras 
en tu regazo y tus senos. 
Pecho blindado por dentro 
abierto a todos los vientos. 
Abrazo de mil entornos 
para abrazarnos eternos. 
Corazón, guitarra, besos y abrazos 
en los senderos del pueblo. 


Los poetas 

Los poetas parten en todas direcciones 
escriben sus poemas en las calles 
y en las salas de espera de los aeropuertos 

Los poetas llevan en sus equipajes 
poca ropa y calzado 
tienen un bolso repleto de libros 
y carpetas llenas de poemas 

Los poetas llevan una billetera 
repleta de sueños y tarjetas de metáforas 
las cuentas corrientes de los bancos 
no les reclaman, ni tampoco les ofrecen créditos 

Todos los poetas que yo conozco 
van tranquilos por la vida 
y encuentran las mejores rimas 
al amanecer o por las noches, 
portadora de próximos encuentros 

Los poetas que frecuento y amigos 
nos conocemos por las miradas 
en el paso continuo del poema 

Todos los poetas de este lado 
podemos poetizar en las esquinas 
y proclamarnos amigos, entre amigos 

Saludarnos en las marchas guerrilleras 
de versos, rimas, soles y solfeos 

El poeta parte hacia un encuentro 
lleva todas las estrellas en su bolsillo. 


Leonardo da Vinci 

(Semblanza. 1452-1519) 

Acompañado, siempre en compañía 
rodeado de jóvenes amigos, de música y de risas 
de bellas mujeres, de buen vino y de alegre mesa. 
Ay, Leonardo da Vinci, pareces un payaso
con una corte de jilgueros y arlequines. 

Ay, Miguel Ángel, solo 
siempre solo, vestido de negro. 
Te pareces a un sepulturero. 

El más Leonardo de todos los seres. 
Miguel Ángel, el más ángel de los escultores. 

Tú pintas al atardecer, hermano da Vinci 
cuando la luz se hace tenue 
y estalla el arco iris en tu paleta 
una música, un canto, un poema, 
un coral de alegría, un cielo en la tierra. 
Es el mensaje de tus sueños
Leonardo, aurora de los hombres. 


Roberto Romeo Di Vita 
Buenos Aires, Argentina

La palabra es el brazo armado de las voces que callan. 
Florencio Quesada Vanegas

Susana Cattaneo


Niña jardín, sombra de pájaro que arde en el paso de todos los cometas; que recorre universos de pan y lapislázuli. Niña que abre sus brazos para cobijar almas escondidas en rincones. 
Aquí, tú, mirándome de frente, espejo de mi vida, me tomas de la mano y vamos las dos por el camino del alba hacia el fulgor cálido de una vida nueva. 


     *   *   * 

No recuerdo el color de tus ojos. La mesa era larga, con gente contando historias. 
Luego llegó la noche, enorme como el campo, guitarras, fuego, poesía. Una ronda con sonrisas y manos que ocultaban la canción de la angustia. 
Los perros silueteaban con las sombras y un frío impiadoso subía por mis venas. 
Era agosto y yo buscaba los pájaros, mi triste amor. 
No vi tu mirada. No recuerdo el color de tus ojos. 
Era agosto. Hacía frío. 
Hacía soledad. 


     *   *   * 

Tan cerca de mí. Tan lejos, tan irremediablemente lejos. 
Tan jamás. Tan nunca, 
Tantas manos solas, las tuyas, las mías. Tanto abismo. Tan cerca de lo que no ha de ser. 
Tanto imposible al pronunciar tu nombre. 


     *   *   * 

a Anisita 

Por una fisura de octubre ella viene a devolverme el aire. Trae lo bueno por vivir, aquel mar que en la Villa refrescó el verano. 
Por ese octubre en que se fue, hoy vuelve con un ramo de fresias. 
Por una fisura del octubre que la llevó, ella vuelve con miles de colores nuevos. 


Textos tomados de la página web de la autora 

Susana Cattaneo 
Buenos Aires, Argentina 

Amo la ambivalencia poética de la cicatriz, que tiene dos mensajes: aquí dolió, aquí sanó. 
Louis Madeira

Abel Otto Torre

Para todos los amigos 
que ya no están 

Estoy porque estoy 
porque la parca aún 
no ha llegado a mi puerta.

Como me acuerdo de pocos 
que fueron muchos, 
estoy agradecido a la vida 
por habernos compartido, y olvidado. 

Porque la vida es corta 
inventamos la inmortalidad. 
Mientras perduramos 
como la hoja que lleva el viento. 

Como la hoja 
del árbol que no tendrá 
a quién dar su sombra, 
ni a qué vientos abrazarse para ofrecer 
su danza de perennidad. 

La que ya no hace muecas bajo la lluvia, 
ni canta en el coro de gorriones, 
ni ejecuta en la orquesta de la vida. 

Sin embargo, grises y opacas se yerguen 
sobre la tierra y cantan mientras 
se transforman en verdes pastos 
para iluminar el Universo. 


Qué es poema 

Qué es poema 
sino la soledad, 
el frío, la pena, 
el río de palabras 
que corre entre las piedras 
que son blancas 
que son negras
y que rolan calle abajo 
como ruedas 
y las chispas que se escapan 
en su choque cuando truenan 
cuando lloran 
cuando piedras 
porque al ser como la vida 
van y chocan 
como lo hacen las palabras 
cuando en el camino suenan 
como suenan sin descanso 
las palabras de un Poema. 


Canción de río 

Tomo mates de perfil 
con la yerba olorosa del recuerdo 
bajo la sombra del vuelo de las aves, 
y allí cantarle con mi voz a la gran luna 
montada sobre cuerdas de guitarra. 

Cantarle como uno sólo sabe, 
igual que un perro en celo y enjaulado 
que entre un ladre y ladre le reladra, 
como loco que llora agua a baldes 
y corre al trote detrás de un arco iris 
cual potro enamorado. 

Yo quisiera que mi canción sea un hechizo 
para tener un encuentro a cuatro manos, 
y extraer todo el polvo de la nada 
tras la dura jornada que me excita. 

No quisiera exhalar sabiduría 
para que el can no la huela ni perciba, 
así el pordiosero que me habita 
podrá morder al terminar el día 
un merecido terrón de azúcar fina. 

Atrás vendrá el topo escudriñando 
las líneas rectas con todo su respeto. 
E igual las sábanas retozarán al sol 
sin pedir a nadie alguna tregua, 
para volar blancas mecidas por el viento. 

Y con las cuerdas que envuelva mi garganta 
no tendré frío por el calor del alma 
y me haré por el destino humano 
el dueño de la luna y la guitarra. 

Junto a una oleada de música y poemas 
vendré coreando una canción de río, 
para llevar la aurora al medio día 
y entibiada dejarla sobre arena. 


Abel Otto Torre
Córdoba, Argentina

Jamás desesperes, aun estando en las más sombrías aflicciones, pues de las nubes negras cae agua limpia y fecundante. 
Miguel de Unamuno

Gerardo Molina

Oda al árbol 

No concibo la vida sin el árbol. 

   Diz que había una senda de eucaliptos 
desde el Camino Real 
hasta la casa de mi bisabuelo 
-lugar de mi nacencia-. 
Sus jugosos butiás de un gualda intenso 
allí una joven palma prometía. 

   Lejano ayer que casi no recuerdo…
     (El campo era 
como una fiesta vegetal. 
                                      Y era 
el regocijo de los sembradíos 
en los surcos solemnes, paralelos 
-bajo su haz de colores 
tan negros y tan serios-. 
Allí, junto a “la linda”, el desgarbado 
ñandubay y los talas 
enmarañados, con su verde viejo, 
tan mansos a pesar de sus espinas; 
el gracioso espinillo; 
como embobado de pasión, el ceibo; 
y el ombú paternal, 
nido de juegos.) 

   Entonces, niño aún, 
en la chacra del abuelo materno, 
muy cerca de “las casas”, 
sorbí mi jarro de espumosa leche 
aún tibia del ordeñe mañanero. 
Junto al nogal que siempre estaba 
señoreando en el azul ¡tan bueno 
regalándonos su corazón 
en innúmeros frutos!... ¡Ah, el tiempo 
nos deja la memoria 
por lo que ya vivimos, 
por lo que más queremos, 
tenaz, piadoso y siempre 
inexorable arquero. 

   ¡Cómo olvidar los transparentes, 
los paraísos jóvenes 
con su rumor alado! (Adolescencia en sueños)
Fraternales, guardianes, confidentes 
de las lecturas ávidas, de aquel amor primero, 
tristes a mi partida, 
gozosos al regreso... 

   Después, 
en tantos avatares del destino 
no me faltó nunca la sombra amiga 
de un árbol compañero, 
vertical, sufrido y fuerte 
con el ejemplo claro del renuevo, 
feliz en la bonanza 
y en la lid, consejero.

   Con su abuelazgo de nidos y de flores 
rumoroso o austero 
tan grato a mis remansos, 
tan grato a mis silencios 
sonoros y a los cauces 
por donde infatigable 
transcurre el pensamiento. 

   O acercándome estrellas 
con su hálito fresco 
para que bordase de fulgores 
mis románticos versos, 
luz que con mi voz lírica pagaba
hecha de música y de sentimientos. 

   Árbol, lejos quedó 
tu primera sonrisa 
vuelta cuna que mi madre meciera 
y prisas y trabajos y desvelos 
y los caminos que parecen 
en cada fin nacer de nuevo. 

   Tutela, abrigo, confidencia, canto… 
Guardarás, luego, mi postrero sueño 
que buscará otras albas del arcano 
donde también habitarás tu cielo. 

No concibo la vida sin el árbol. 


Notas del autor
Diz- Apócope de dice o dícese. 
Butiás- Frutos de la palma o palmera (‘coquitos’, dátiles). 
La linda- Del lenguaje campesino, el o la linde, límite. 
Ñandubay- Árbol del género de las mimosáceas (acacias), de madera muy dura y pesada, que se emplea generalmente en cercos de estancia, corrales, etc. Lo hay negro y colorado. Clavado un poste de ella en tierra, no se pudre jamás, antes se petrifica. (Daniel Granada: Vocabulario Rioplatense Razonado) 
Tala- Árbol frondoso de hojas chicas, aovadas y escotadas, y de ramas muy torcidas, fuertes y espinosas. Su madera es blanca y se utiliza en muebles y obras de carretería. Una vara recta de tala, de que pueda formarse un bastón, se aprecia en mucho por lo fuerte. (Obra citada) 
Espinillo- Árbol de la familia de las mimosáceas, con ramas cubiertas de espinas y hojas diminutas y florecillas esféricas de color amarillo, muy olorosas. 
Ceibo- Árbol de flor amariposada, que se cría formando monte en las vertientes e islas del Uruguay y Paraná; de tronco escabroso y lindas hojas aovadas y venosas en cruz, a saber, dos opuestas y una en el ápice de cada ramito, algunas, no todas, con una espinita encorvada hacia abajo en el nervio por el lado del envés, espinas que asimismo se hallan diseminadas con irregularidad por los ramos. Al acercarse la primavera, cúbrese, a la par con las hojas, de largos racimos de aterciopeladas flores de hermoso color de lacre o granate claro sombreado, henchido de miel el cáliz. (Obra citada) 
Ombú- Árbol frondoso. Prende de rama y en cualquier terreno. Su madera no arde ni sirve para nada; pero sus hojas tienen propiedades medicinales: son purgantes. (Obra citada) 
El abuelo materno, a donde va a vivir con su hermano mayor y su madre viuda (su padre murió a raíz de un accidente cuando el poeta tenía sólo siete meses) se llamó Ángel Castrillo. 


Del E- Book del autor: Oda al árbol y otros poemas. Primera edición. Uruguay, agosto 2020

Gerardo Molina 
Canelones, Uruguay

Mira un árbol, una flor, una planta. Deja que tu conciencia descanse sobre ella. Qué calmos están, cuán profundamente arraigados en el ser. Permite que la naturaleza te enseñe la quietud. 
Eckhart Tolle

Daniel Abelenda Bonnet

Siempre tendremos Montevideo 

No importa ahora 
cuán fuerte soplaron 
los vientos del Sur, 
aquella llovizna gris 
golpeando implacable 
las claraboyas de las 
casonas de Montevideo. 
No me interesan hoy 
los años transcurridos 
ni los ansiosos zaguanes 
que una noche quedaron 
silenciosos y desolados 
con besos flotando en al aire. 
Ya no importa eso 
porque vos y yo 
siempre tendremos 
aquel verano azul 
tembloroso de glicinas, 
andando ilusionados 
las calles del Cordón. 


Resúmenes 

El tiempo decanta 
-incansable Cronos- 
sucesos, lugares y gentes 
que alguna vez fueron 
parte de nuestra vida. 
Tiempo reloj de arena 
que criba lentamente 
cada hora, cada día, 
hasta que debajo 
sólo quedan aquellas 
piedritas imprescindibles. 


Destino de juglar 

¿Quién intentará descifrar 
el espíritu de los tiempos? 
¿Quién sabrá ver corazones 
detrás de anónimos rostros? 
¿Quién rescatará del polvo 
al hombre común y su labor? 
¿Quién cantará la canción antigua 
y aquellos amores de juventud? 
¿Quién celebrará la aurora luminosa 
o el bucólico crepúsculo sobre el río? 
¿Quién alimentará en cada uno 
el fuego de la fe y la duda? 
¿Quién partirá en el viaje final 
“ligero de equipaje” y sin pena 
hacia los puertos del mañana? 


Canción para renacer 
(Para Eduardo Mateo, dondequiera que esté) 

Deja ir ahora 
lo que no es 
pues sólo así 
habrá lugar 
en tu mente 
para lo nuevo. 
No te aferres 
a aquellas cosas
que ya no 
tienen sentido 
ni a quienes 
ya no te aman. 
Deja ir lo que 
ha muerto y 
ese mismo día 
empezarás a renacer. 


Del libro del autor: Poesía reunida (2010 – 2020). Prólogo del autor. Canciones como poemas 

Daniel Abelenda Bonnet 
Carmelo, Uruguay

Nada puede durar tanto, no existe ningún recuerdo por intenso que sea que no se apague.
Juan Rulfo

Dora Zulema Lorusso

¿Qué hora es? 
                     Al Dr. Vicente Teti, por su don 

Permanecía sentada en la sala de espera del consultorio de un reconocido cirujano. Pasaba mentalmente revista a todos los estudios que se había realizado, tratando de comprobar que no había olvidado ninguno. Todos estaban allí, en el sobre que yacía sobre su falda. 
Su mirada se detenía en las pinturas expuestas sobre las blancas paredes de un amplio ámbito, sobriamente elegante. La ansiedad le carcomía el cuerpo. Una áspera sequedad alojada en su garganta, la hacía toser con intermitencias. Si bien su cuerpo estaba quieto, eran sus ojos los que iban y volvían de un cuadro a otro imaginando posibles historias que, inconscientemente la alejaban de una realidad que no quería estar protagonizando. 
Esa calle del óleo de Utrillo era el escenario adecuado para el reencuentro de dos enamorados acunados por la bella voz del gorrión de París. 
La entrañable ternura de la carbonilla de Bruzzone, la alcanzaba, se anidaba en su corazón. Era ella la que abrazando al bebé lo besaba maternalmente. 
El profundo dolor humano reflejado en la pintura del Cristo del Greco la sobrecogió, cuando escuchó la voz de la secretaria llamándola. 
El especialista la recibió con una amplia sonrisa. Su fuerte apretón de manos le brindó tranquilidad. Sentada frente a él, lo observó tomar uno por uno los estudios y las prácticas médicas analizando la documentación detenidamente. Luego apoyó sus manos sobre el escritorio. Su voz se oyó firme, con un dejo de calidez, pretendiendo ser esclarecedora: 
-Señora es imprescindible la intervención, en el menor tiempo posible. 
Un fárrago de preguntas surgió. El especialista trató de calmarla. Contestó cada una de sus preguntas. Explicó procedimientos, tiempos a emplear, resultados factibles. Cúmulo de palabras que la ahogaban. Las sentía como una barrera verborrágica que obstaculizaba su camino. Posteriormente acordaron la fecha. 
El día prefijado llegó. Su compañero estaba allí. Percibía que, aunque trataba de disimularlo, él también tenía miedo. Un lacerante miedo, como si un dolor desconocido acechara esperando cerca, muy cerca. Pensó: no es grato ver transcurrir la vida en posición horizontal. Mientras la viril mano que sostenía la suya, se soltaba, alcanzó a preguntar: 
-¿Qué hora es? 
Su compañero contestó: -Es mediodía, querida. Son las doce -y besó su mejilla. 
Las puertas del quirófano se abrieron. El sordo ruido de las ruedas de la camilla, cesó. Una potente luz blanca la cubrió. Un suave calor inundó su cuerpo. La seminconsciencia que ya se había adueñado de ella, la dominó por completo. Entró en un cono luminoso que el haz de esa potente luz blanca extendía, rodeándola. 
Cuando despertó en la habitación, el rostro amado le sonrió. Otro beso en la mejilla la retrotrajo a su entrada en el quirófano. Susurrando pudo preguntar: -¿Qué hora es? 
-Son las cuatro de la tarde, querida. El doctor me dijo que ya venía a hablar con nosotros. 
Sintió que se ahogaba. Comenzó a toser. Un intenso dolor mordía su pecho. Vívidamente recordó su visita al consultorio del cirujano. Las explicaciones que éste le diera satisfaciendo sus derechos de paciente. Evocó aquello que le dijera respecto de la duración de la operación: 
-Si todo va bien, será cuestión de cincuenta minutos, una hora a lo sumo. Si el azar nos es adverso, como mínimo serán tres horas. 
La visión del Cristo del Greco se adueñó de ella. El dolor plasmado en la pintura era, ahora, el suyo, su propio dolor. Comenzó a llorar silenciosamente. Cuando la puerta de la habitación se abrió y vio al cirujano, no necesitó escuchar el diagnóstico. 
Ella ya lo sabía. 


Dora Zulema Lorusso 
Lanús, Buenos Aires, Argentina


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Consideraba que si no decía nada se le pasaría aquel extraño dolor.
Orhan Pamuk

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