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  Jocelyn-Holt
 

ZAPPING AL CHILE PERPLEJO, de Jocelyn-Holt
 
por Omar Cid
 
  
Hoy el país se ha visto asediado por el fenómeno escrito de los ensayos de diversa índole: históricos, sociológicos, literarios. Estas divisiones en muchos casos resultan estrechas, por la libertad temática y de expresión que el ensayo ha demostrado tener, me explico: un texto de historia bordea estrechamente lo filosófico, lo literario colinda en lo sociológico y vise versa, en síntesis el ensayo pareciera contener la libertad conceptual y de estilo, apto como método de expresión escrito para fotografiar lo que está ocurriendo en Chile de fin de siglo y con ello generar un debate público. Esto que llamo “debate público” sin temor a engaños se reduce a los grupos intelectuales de siempre: académicos, escritores, pequeños círculos de estudio, algunos estudiantes, más unos cuantos lectores que emplean su tiempo frente a un ordenador porque consideran que las entidades académicas han demostrado su cansancio por no poder abarcar toda la dinámica de la información circundante.
            En este contexto, surge un libro renovador por su estilo, directo en sus intenciones más allá de compartirlas o no en su esencia. El Chile perplejo de Alfredo Jocelyn Holt es un intento que en palabras del autor pretende “…persuadir acerca de las virtudes de una postura liberal moderada, que es lo que, a mi juicio, más hace falta en este país, como espero haber convencido hasta el final de la lectura del libro” (pág. 16).
            Un primer abordaje de este carácter lingüístico, llama la atención: por su versatilidad, por el simbolismo, por la sencillez de su conversación, por la ironía, por lo descarnado del relato.
            Un segundo elemento tiene que ver con la reflexión cotidiana a través de ciertas fotografías que sitúan al lector y los hacen transitar por una lectura casi novelesca o por lo menos crónica, tal vez sugerida por alguna lectura de Pedro Lemebel, escritor bastante ducho en estas lides.
            Un tercer asalto lo provoca el verdadero rompimiento de la burbuja académica a la que nos tenían acostumbrados nuestros intelectuales. Con definiciones claras y sin rodeos el libro se hace conversable, donde muchas de las afirmaciones pueden ser puestas en cuestión y con eso logra su objetivo el diálogo abierto sin tanto ropaje sobre las espaldas.
            Este libro pretende dar un vistazo atrevido al Chile de este siglo desde los terrenos con nombre y apellido, pasando por los anhelos sesentones, la cueca sin segunda patita de los setenta y la era indomable, sin dejar de lado los años de amnesia colectiva, remecida de un tiempo a esta parte por el “paciente inglés”.
            Todo el entramado del texto introduce al lector en una serie de cuestionamientos. Es difícil leer muchos de sus párrafos y no recapitular en la experiencia personal.
 
Auscultando la vida sedientos
 
            Este discurso liberal elitista sin un piso político hoy en nuestro país, más bien nos habla de un capital histórico de esa derecha ilustrada inexistente, pero que en boca de Alfredo Jocelyn-Holt recupera el derecho de interpretación de nuestra realidad.
            Aquí asistimos al anti-discurso épico de nuestra historia, donde el clamor de las gentes alborotadas cerca de la Moneda, en cierta forma, no era más que un exceso de Mesianismo político en nuestros líderes de antaño, donde el clamor de revancha contra la oligarquía elaborado con desmesura por la clase media emergente enciende la mecha social que culminó una década más tarde donde todos sabemos.
            La crítica fundamental del autor se dirige contra el excesivo misticismo y también las ilusiones desbordantes de un pueblo depositada en sus gobernantes o coaliciones políticas de turno. ¿Podemos decir que son estos los únicos factores que desencadenara el quiebre en el setenta y tres? ¿Será correcto cargar la mano de esa manera a los sectores medios? ¿Podemos afirmar que la violencia política que existió se provocó por el caudal de expectativas? ¿Qué pasa con la posibilidad de respuesta organizada de los sectores sociales golpeados durante toda una historia?
            La violencia como modo de expresión política es parte de nuestra historia, colinda desde la independencia, la confirmación de la República y el Estado, pero la capacidad de respuesta de los golpeados era mínima, ejemplo: Santa María de Iquique, 1907. Renquil es un paréntesis no despreciable de los postergados, lo usual fue la denuncia, el silencio y el miedo.
            Pero, estos son los cuestionamientos que surgen desde una lectura interesada en encontrar puntos de disidencia, porque uno de los impactos del discurso de Alfredo Jocelyn-Holt es el proceso de cooptación que surge de su racionamiento.
            Comparto el análisis mas no el punto de origen, si se quiere, su causa-efecto. Pero la intensión del autor pareciera estar destinada a las nuevas generaciones y no a quienes conocimos de muy cerca los rostros del autoritarismo.
            Sí, deben ser los jóvenes el capital humano e intelectual al que pretende dar respuestas este libro, los demás en buenas cuentas tenemos nuestra película editada, pero la sed de respuestas a nuestro tiempo nos lleva a confrontarnos con textos como éste; nos lleva a la catarsis de la historia personal porque en el diario vivir ya no quedan horas para las pequeñas discusiones, son los grandes temas los que buscan respuestas o nuevas preguntas.
            Los intentos por exorcizar el pasado han culminado en la impunidad más notable. Podemos nombrar determinados culpables, recordar ciertas derrotas, celebrar Pírricas victorias, pero los silencios siguen siendo mayores, los silencios con su clave de interrogación ahondan en el espacio de eso que llamamos “verdades”.


* Publicado en Revista Rayentru Nº 19 - septiembre de 1999

 
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