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  Jaime Valdivieso
 

 
JAIME VALDIVIESO: Un escritor de humanidad

 
 
 
Ir a Reseña de Jaime ValdiviesoSuperando los escollos existenciales que la vida le interpuso desde temprana edad, versátilmente, Jaime Valdivieso -porteño de nacimiento-, llega para inser­tarse prolífico en el mundo de las letras. Catedrático por más de diez años en la U. Houston, Texas. Ha ejercido la docencia en China, España, Cuba y México. Profesor de castellano, poeta, narrador, ensayis­ta. Traductor del inglés de varios ensayos y libros de creación literaria, profesor de Filosofía en la Literatura en la Universidad ARCIS, Director de la S.E.Ch. y uno de los gestores del primer encuentro de escritores mapuches y chilenos, en Temuco (mayo, 1994).
       Algunos de sus libros publicados: Un asalto a la tradición: Vida y obra de Carlos Sepúlveda Ley ton (Ed. Universitaria, 1963), Realidad y ficción en Latinoamérica (Joaquín Mortiz, México, 1975), Las máscaras del ruise­ñor (Ed, Alfaguara, España, 1982 y U. Autónoma Metro­politana de México), País de la ausencia (Galinost, San­tiago, 1987), Centro de gravedad (Ed.Atena, 1989), Chile: Un mito y su ruptura (LAR, Santiago, 1989), Violencia de los animales (Universitaria, 1991), Voces de alarma (Fon­do de Cultura Económica, Chile, 1992), y su último poemario Tu cuerpo en la palabra (Mosquito Editores, 1994), que fue finalista en el Premio Casa de las Américas.
 
-Háblenos un poco de su generación literaria
-En realidad pertenezco a la Generación del 50, desde el punto de vista cronológico, pero no estoy incluido en ella con respecto a los escritores que se agruparon en torno a esa polémica que iniciaron Enrique Lafourcade, Giaconi... Pero después, en alguna historia de la literatura, aparezco como de aquella generación, con la cual tengo algunos puntos de contactos, en el sentido de que yo ya estaba buscando una literatura que tuviera que ver más con los procesos del alma, con los procesos interiores del hombre y vinculados a la literatura que se estaba haciendo en Europa. Me formé en la filosofía -me gustaba mucho la filosofia y a veces pienso el porqué no estudié filosofía en lugar de castellano-, pero al mismo tiempo me interesó siempre el problema de lo chileno, con esto me acerco a la Generación del 38. Ser universal pero a partir de lo nacional. En cuanto a compañeros generacionales, no me considero muy cercano a ellos. Hay algunos que me gustan, por ejemplo Jaime Lazo, Giaconi: La difícil juventud, libroque me gustó bastante por su influencia de Faulkner, pues yo fui un gran lector de Faulkner; Pepe Donoso, que está más ligado a la tradición, en ese aspecto me siento un poco cercano a él, pero no a su mundo que me es un poco ajeno, pues es un poco sofisticado, europeizado; poco americano, aunque toma cosas importantes de la sociedad chilena. Me siento más cerca de los poetas, como Jorge Teillier, Efraín Barquero...

-Usted se maneja con cuatro géneros, ¿con cuál se identi­fica mejor: con el cuento, con la novela, con la poesía o con el ensayo?
-Difícil pregunta. Cada uno de estos géneros me apasiona por alguna razón, por ejemplo del ensayo me gustan las ideas universales, los problemas del hombre... Acabo de entregarle un libro a la Editorial de la USACH que se llama El círculo y el pez, libros sobre escritores de Europa y América. Allí hay ensayos sobre Tomás Mann, Proust, lo demás son ensayos sobre latinoamericanos: Lezama Lima, Borges, Juan Luis Martínez, sobre el mito, y por otro lado el estudio literario sociológico. En Chile: Un mito y su ruptura, me apasionó poder decir cosas que nunca se habían dicho en la historia de Chile. Es el primer libro sobre clasismo en Chile, desde ese punto de vista creo que es fundacional. Por otro lado la novela y el cuento también me apasionan porque yo generalmente trabajo con situa­ciones límites, pero la poesía me parece el género más grande por excelencia. La Poesía está vinculada a los grandes mitos; al nacimiento del lenguaje, del hombre; a la sociedad. Es el género más primitivo, más antiguo: el hombre hablaba en poesía antes de que existiera el lengua­je: primero la poesía después el lenguaje... Creo que el género más importante es la poesía, pues es una manera de descubrirnos, de investigamos nosotros mimos y al hom­bre, además nos ayuda a vivir ya embellecer la vida.

-¿Qué lo motivó a cultivar el cuento breve?
-El cuento corto se me presentó como una posibilidad de llevar al máximo la síntesis, la exigencia de esta cosa detonante que tiene y que lo acerca, hasta cierto punto, a la poesía, en el sentido de que exige una economía de palabras, el comenzar y terminar con una frase que impacte, que estremezca y trastorne al lector. Por eso el cuento corto me parece muy importante, significativo y efectivo.

-En la mayoría de sus narraciones sus personajes tienen un destino fatal, ¿porqué se proyecta este especie de dolor de existir?
-Recuerdo siempre un prólogo que publicó Neruda donde dice que lo apasionan los grandes problemas y el hombre que detesta al burgués y que se apasiona por la vida de la gente inquieta e insatisfecha, sean estos artistas o crimina­les. Entonces yo también voy por ese lado. Para mí la vida se me presenta como una lucha permanente conmigo mismo, más que con el medio. La vida se me ha hecho muy difícil en el sentido de poder superar muchas cosas de mi infancia y muchos prejuicios sociales. Yo pertenezco a una familia muy enraizada con la alta burguesía chilena en donde hay mucho prejuicio y mucho racismo. Me crié en un ambiente de una gran violencia, sobre todo violencia ideológica, eso me marcó y me ha hecho gastar demasiada energía de mi vida en un permanente encuentro conmigo mismo y en el cómo poder superar esto, y esto me ha llevado a meditar en la condición hu­mana, que es una condición siempre de soledad, de estar al borde de algo que uno no domina, es decir la exis­tencia como determinada por fuerzas que uno no controla. Otros elementos que no controlo son de vitalidad, de energía, de amor por la naturaleza, por los objetos, por la mujer, por el sexo; una fuerza que es de la naturaleza, animal. Esa misma fuerza me ha lle­vado a problemas más angustiosos, a ser un trasgresor y un rebelde. Yo no sabía cómo rebelarme contra nada, a mí me echaban de todos los colegios; sólo me rebelaba. Ahora, retrospecti­vamente me doy cuenta que era por la enorme educación represiva que reci­bí, hasta los tuétanos.
               
-¿Qué puede decimos de su experiencia en los talleres literarios del extranjero, de la Fundación Neruda y otros que usted ha dirigido?
-El taller literario es un fenómeno muy apasionante, porque no solamente se trata de enseñar una artesanía. El taller, por un lado, se asemeja a un taller de peluquería, de carpintería, pero por otro lado, es una enseñanza moral, espiritual, donde la persona se puede encontrar consigo misma. Es un ejercicio contra la vanidad, de respeto contra el otro, de conocer al otro, entonces un taller tiene una doble función: una artesanal y otra moral, en ese sentido también se asemeja a un taller donde se enseña Karate, Kun-Fu; es disciplina, además hay una cosa religiosa, toda una filosofía en eso. Los talleres tienen ese orden.
 
-La sicología plantea que el talento se aprende ¿considera que en los talleres literarios se pueden "fabricar" poetas y escritores?
-Yo creo que no, pero esta pregunta no admite una respuesta definitiva, en el sentido que es muy difícil decir "esta persona no sirve, así que dedíquese a sembrar papas". Recuerdo una anécdota que me contó un gran amigo de Neruda; me dijo que, en una ocasión, a Neruda un joven poeta le había pasado un libro con poemas y que Neruda le había dicho "mire joven, no se dedique más a escribir", pero Neruda después se dio cuenta que este joven se había transformado en un gran poeta, entonces dijo que nunca había que decir esas cosas y que estaba muy arrepentido de haber dicho lo que dijo. En mi taller de México había una señora que tenía toda la imprudencia del modernismo, entonces yo le iba a decir "señora dedíquese a... ", pero no. Así que esta señora de 60 años comenzó a aprender gracias a la crítica y al taller, transformándose en una poeta extraordinaria, respaldada por sus ricas experiencias de vida.
 
-En su experiencia docente ¿ha de­tectado debilidades en los progra­mas de educación respecto a la ense­ñanza y conocimientos de nuestra literatura?
-Sí, yo creo que los programas de ense­ñanza habría que revisarlos enteros, todo esta mal ahí: están malos los programas y están mal formados los profesores. Los profesores no transmi­ten el amor por la literatura y el espíri­tu que hay en la literatura. Trasmiten el dato, solamente la referencia, pero no utilizan la literatura como forma­ción espiritual. La literatura debe esti­mular e incitar al alumno a conocerse a sí mismo ya conocer el mundo, Los profesores están mal formados para eso, o sea que no solamente habría que mejorar los programas de lectura sino que replantear todo.
 
-¿De que manera cree usted que la litera­tura podría tener una mejor llegada a la juventud chilena?
-Bueno como dije, por un lado modificando los programas, eligiendo libros que puedan tener vigencia, es decir que sean actuales. Toda la gran literatura es moderna. La llíada, si uno la lee con criterio moderno, es una literatura moderna. Hay que saber cómo enseñarla, pues si uno la enseña así no más, el alumno se latea. Lo mismo Cervantes. Hay que tomar algunos capítulos de EI Quijote... hablar de él y lo que significa, hacer que la literatura pueda competir con la imagen televisiva, que es la gran salteadora La imagen nunca va a poder competir con la literatura, pues la literatura es una bomba en profundidad, va a lo más, en cambio la imagen queda un poco en la cosa externa, es alienante, en cambio la literatura es desalienante y hay que enseñarla con ese carácter. No hay que desechar, que en los programas de estudios para estimulara los jóvenes, se puedan utilizar también algunas cosas positivas de la imagen. Por ejemplo Ana Pizarro publicó una pequeña antología con una introducción a Huidobro, hecha con imáge­nes, con un espíritu alegre, atractivo para el alumno, o sea que se pueden combinar esas dos cosas.
 
-En la nueva producción narrativa ¿qué estilos son más predominantes?
-Yo creo que se ha vuelto una especie de realismo, de literatura lineal con menos complicación técnica Un poco empujada por el marketing, porque la literatura que más se vende es la más fácil, no la más complicada, se ha asimilado un poco a eso el estilo predominante. Esto no quiere decir que esto sea malo, no, depende de cómo sea, pero hay el peligro permanente porque el escritor esta muy influido por los estímulos a la vanidad que crea el marketing actual.
 
-¿Cuáles son los elementos del lenguaje más utilizados por la narrativa actual?
-No se puede hablar de una tendencia generalizada, porque si tomamos casos como Gonzalo Contreras, Arturo Fontaine, o Fouguet, Jaime Collier, Urbina, hay unos, por una parte, que trabajan mucho el lenguaje coloquial, el lenguaje joven, las nuevas palabras, los nuevos vocablos, y otros que hacen una literatura post, por así llamarla, que si bien está situada en Chile, es una literatura que no tiene un compromiso profundo... El que más me interesa es Fouguet, porque en él hay un auténtico compromiso, y tam­bién Marcela Serrano, que hace una literatura, que si bien es del mundo femenino, es capaz de meterse y tener audacia para plantear el mundo de la mujer, sobre todo en el aspecto sexual, se arriesga allí. Entonces habría como dos corrientes, una que va por el lado del exitismo y la otra que es más profunda, testimonial. La literatura debe comenzar por ser un hecho estético, el primer compromiso del escritor es con el oficio, pero hay, para mí, un valor agregado que es el documento del alma humana en esa época.
 
-De los jóvenes narradores y poetas ¿hay algunos que le merezca resaltar?
-Sí, hay varios importantes. Está Sergio Parra, Nelson Torres que hace una poesía del mundo indígena, de Chiloé; Elicura Chihuailaf, Leonel Lienlaf en la literatura mapuche; Esteban Navarro que hace una poesía de la infancia, muy honda, muy fina, de gran belleza; Jorge Guzmán -que es de la Generación de los 50, pero como en mi caso tampoco lo incluyen allí-, es otro con el cual me siento muy identifica­do, sobre todo en el libro que acaba de publicar Ay mama Inés, por el trabajo profundo de investigación, por este trabajo de gran trascendencia en la literatura chilena y latinoamericana, por jugársela, creo que es el mejor libro aparecido en Chile en los últimos 20 años, y muy superior a todo lo que han escrito los jóvenes de la llamada nueva narrativa. Es una crónica novelada de la llegada a Chile de Pedro de Valdivia y del papel que jugó Inés de Suárez, sobre todo en la fundación de Santiago. Incluso lo conside­ro superior al bello libro que escribió Carlos Cerda, que no es muy hondo, y que después de 10 años desaparecida la critica a lo que fue el socialismo real, ese libro no creo que lo lean mayormente ..
 
-En este mundo tan revuelto, ¿cuál debería ser el papel del escritor?
-El papel del escritor es ser vocero, no solamente de su pueblo, porque hoy en día los pueblos están tan unidos que hablar de Chile es un poco hablar del mundo. El escritor debe volver a motivar los grandes sueños de justicia, las grandes utopías y ser una voz social. En Chile son muy pocos, lo que además de escribir, lo hagan en los diarios con un sentido critico. El escritor es la conciencia crítica de un país; lo han sido siempre los grandes escritores a través de la historia. Aquí en Chile los escritores no han asumido este papel, se terminó ese papel. Antonio de la Parra lo viene recuperando un poco con los artículos de critica que viene escribiendo. Yo venía diciendo esto ya cuando escribía en un diario capitalino, pero dejé de escribir porque no me pagaban, pero de repente me pican las manos y bueno ya, mando un artículo, aunque no me lo paguen, pues por lo menos tengo una tribuna.
       Hay, en la generalidad de los escritores, una especie de autocomplacencia en esto de no preocuparse de lo social; de que ya se acabaron los mitos, y se meten en el juego del mercado, del consumismo y del exitismo. Creo que más que nunca el papel del escritor en estos días debe ser un papel crítico, humanístico, de alerta al medio ambiente, a lo ecológico, además como es una época de comunicaciones, de inserción económica en el mercado mundial, o sea de cosmopolitización, también es importan­te que el escritor ponga el acento en lo que hay de particular en nuestro país, en la tradición, es decir, que a este movimiento centrífugo oponga uno centrípeto.
 
-¿Cuáles son sus proyectos más inmediatos?
-Del punto de vista literario, acabo de firmar contrato con Editorial Universitaria para editar un libro de poemas que tiene 20 años de trabajo. Otro libro por publicar es EI peso de la luz, con más de 60 poemas largos en donde me la he jugado: es un libro existencial; de una poesía que a diferencia de la poesía habitual chilena, es filosófica, sin pretender hacer filosofía con la poesía, lo cual no se debe hacer.
       Se va a inaugurar, dentro de poco en Santiago, la primera biblioteca latinoamericana del mundo no urbano, que va desde la literatura indigenista, pasando por una colección de Violeta Parra; una colección importante sobre el vino chileno, hasta todo lo referente al mundo no urbano, y se va a llamar Biblioteca Conmemorativa a José María Arguedas, en honor a este poeta, antropólogo, etnólogo, novelista peruano; bajo la dirección de la señora Marta de la Cruz Coke y cuyo fundador es Rafael Barahona. Mi intención es poder trabajar en esta nueva biblioteca, en la investigación de la literatura indigenista y mapuche, pues en Chile no hay quien se haya dedicado a esta área. Otro Libro que acabo de entregar a la Editorial de la USACH es El círculo y el pez que tiene como subtítulo ensayos de este mundo y del otro, además tengo otro libro, de cuentos de horror gótico. Está también en proyecto una novela que se llama Vidas paralelas que la comencé hace 10 años y llevó como 300 páginas; no la he podido terminar por falta de tiempo. Espero que me vaya bien con el concurso FONDART para poder continuarla.
 
Con todos estos proyectos de publicaciones resonando a las puertas del lector, dimos por finalizada esta conversada entrevista realizada en el refugio literario del escritor: el ático de su casa. Nos despedimos del versátil y prolífico Jaime Valdivieso, de su cargamento filosófico y de sus reflexiones apasionadas, para reencontramos tal vez en alguna otra página de la vida y poder compartir, entre poesía y cantos, el rugido de su afición tuerca, al calor de su sensible visión humanitaria.


* Publicada en Revista Literaria Rayentru Nº6 - septiembre de 1994


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